El jazz, un ave fénix. Tercer renacimiento, por Simón Balliache

Una vez terminada la II Guerra Mundial, los EE. UU. quedan sumergidos en una depresión económica que no permite que las big bands continúen debido a sus altos presupuestos para sostenerse. Además, el estilo se encuentra estancado, no hay innovaciones y para colmo los músicos negros están creciendo musical y socialmente.
Ya hay resistencia a la sumisión y a la discriminación. Los blancos no aceptan el orgullo de la negritud, o que los miren a los ojos, es una “falta de respeto”, los músicos son maltratados social y físicamente quedando algunos lesionados permanentemente por las golpizas.
En el tercer nacimiento, el nuevo estilo: el Bebop parece una música de laboratorio. Es el resultado del trabajo realizado a mediados de los años 40 en dos clubes nocturnos ubicados en el Harlem de New York, el Minton’s Playhouse y el Clarke Monroe’s Uptown House, en donde intervienen 10 a 12 músicos (negros), quienes le dan forma a un estilo que requiere de un virtuosismo respetable, experimentación con la técnica, ritmos acelerados e impredecibles y hasta con cierta disonancia; a todos estos aspectos se le suma que la industria del disco se está revolucionando con el microsurco.
Ya la limitación de los tres minutos de grabación va desapareciendo y la creatividad e individualidad de los intérpretes es un sello de distinción. La limitación para la improvisación prácticamente ya no existe. El músico expone todo lo que tiene adentro.
Lea también: El jazz, un ave fénix. Segundo renacimiento, por Simón Balliache
Surgen nombres muy importantes que definirán las bases del estilo, entre ellos se pueden mencionar al pianista Thelonious Monk quien dota al estilo de armonías complejas, el baterista Kenny Clarke y dos figuras que dotan al movimiento de una intensidad que le será característica, el trompetista Dizzy Gillespie y el saxofonista alto Charlie Parker.
Se produce un cisma entre los veteranos de las big bands y los beboppers pero el Bebop vino para quedarse y será el padre de otros estilos con los cuales convivirá armoniosamente. No queda otro camino o se adaptan o se quedan atrás.
Muchos evolucionaron, entre ellos los cantantes, quienes aprovechan para dar su aportación con el scat (un tipo de improvisación vocal, generalmente con palabras y sílabas sin sentido. El scat permite cantar melodías y ritmos improvisadamente, puede agregar un tono humorístico y a veces es un contrapunteo entre un cantante y un instrumentista). La simbiosis entre los cantantes y los combos es natural. Uno de ellos, Frank Sinatra, cubre las ondas radiales, aunque no está totalmente ubicado en el jazz le hace sus aportes.
El jazz pierde popularidad, es la música de los músicos, se hace “intelectual” y es adoptado por los seguidores de la Generación Beat (grupo de escritores y poetas estadounidenses de la década de los 50, afincados en el rechazo a los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas, una gran libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental).
El Bebop tuvo la suerte de no ser “blanqueado”, ha permanecido tal y como sus líderes originales, lo crearon. Sin embargo, uno de los nombres que participaron en su establecimiento como una figura menor, Miles Davis, un inquieto y constante renovador, no puede seguir los rumbos establecidos por los líderes del movimiento. Se refugia en un sótano junto con el director y arreglista Gil Evans para construir el Cool, un estilo en donde se ubican todos aquellos músicos que son medianamente virtuosos que no pueden seguir los aleteos del pájaro Charlie Bird. El Cool sí tiene su versión blanca en la Costa Oeste de los EE.UU.
En los años 50 el jazz se fragmenta. Se desarrolla el Hard Bop, cuyo exponente icónico es Art Blakey, el Waltz Jazz, diseñado por Dave Brubeck y Paul Desmond, el Jazz Modal por Miles Davis quien vuelve a generar un cambio importante y, además, se editan dos discos históricos; el Time Out de Brubeck y Desmond que es el primero que vende 500.000 copias denominándose Disco de Oro y el Kind of Blue, de Miles Davis, considerado por críticos y melómanos como el mejor de todos los tiempos y a la vez el más vendido en la historia del jazz. Ambos básicos para quien quiere iniciarse escuchando jazz. Toda la etapa comprendida desde el inicio del Bebop hasta finales de la década del 50 se llega a conocer como el jazz clásico.
Sin embargo, no todo es esplendor ni cielos azules. Desde 1954 anda un disléxico paseándose por los centros nocturnos con un saxo de plástico porque no tenía para comprarse uno de bronce y en 1959 lanza un disco al mercado que pronosticaba una tormenta en el jazz. El músico: el saxofonista alto Ornette Coleman, el disco: The New Shape of Jazz To Come. Nadie entendió que estaba pasando. Hubo quien devolvió el disco porque pensó que estaba mal grabado. Se llevó la inventiva a grados excesivos. A ese estilo se le dio el nombre de Free Jazz. Muchos músicos hicieron comentarios negativos, entre ellos Miles Davis, quien después reconoce su falta.
Lea también: El jazz, un ave fénix. Primer renacimiento, por Simón Balliache
Son años en los que está surgiendo el rock and roll, el público joven busca figuras con las que desea identificarse. El jazz sigue perdiendo público porque inclusive a los melómanos más fanáticos les cuesta asimilar esta innovación. El Free se escucha en pequeños lugares con un público minúsculo, coincide con los cambios sociales promovidos por los negros que han vivido la discriminación; buscando su identidad ancestral se cambian los nombres, se hacen musulmanes y comienzan a utilizar instrumentos africanos y del medio oriente. El público mueve la cabeza en señal de no entender este nuevo estilo y se vuelve a decretar la muerte del jazz. Pero, el jazz es un terco que nunca morirá así que de nuevo florece de las cenizas (continuará…).
Simón Balliache es investigador y melómano venezolano, autor de los libros Una Historia del jazz,Los íconos del jazz, Voces en el jazz. y Jazz en Venezuela. Gracias
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo