El Leander, por Simón Boccanegra
Quizás no hay símbolo más patético de la abismal incompetencia, irresponsabilidad y corrupción de esta desgracia que le ha caído al país desde hace doce años que el inverosímil caso del Leander. Le recordamos al lector que tal era el nombre del barco con el cual Francisco de Miranda invadió a la entonces todavía provincia española de Venezuela, en 1806. Cuando a Chávez le dio la pepera con El Precursor mandó a retirar del Parque del Este la réplica de la Santa María, la nave de Colón, para colocar en su lugar la réplica del Leander. Pero no era sólo eso sino que el barco sería la parte superior de un complejo subterráneo de biblioteca, sala de conferencias, museo, etc. Todavía en la estación del Metro del Parque del Este se puede ver la maqueta de tan faraónica obra, pero lo que sí no se puede ver es la obra misma. Sencillamente, tres años después ésta no existe. Hicieron los huecos, destrozaron medio parque, cercaron el sitio para que nadie pudiera pasar, colocaron en esa cerca miles de dibujos, supuestamente de los niños del país, alusivos al buque y su historia y hasta allí llegó todo. Ni complejo cultural ni Leander. Lo que hay allí es un enorme hueco, lleno de agua y barro en la temporada de lluvias y seguramente tendremos un polvero en el verano.
Ya se ha hecho saber que el complejo subterráneo no va y que sólo se instalará el barco, aunque, por ahora, no se ve a nadie trabajando. Pero el presupuesto para cumplir con ese propósito ha sido aumentado en 18 millones de los fuertes. Del dinero inicialmente pautado para la gran obra no se sabe qué pasó ni a qué bolsillo fue a parar. Seguramente tuvo el mismo destino que los 18 millones de dólares que el vivián de Danny Glover le sacó a Chávez, dizque para una película, y con sólo hacerse pasar por «admirador» de la «revolución».