El lenguaje como herramienta en la lucha por los derechos humanos
Autora: Alessandra Maia Terra de Faria
Twitter: @Latinoamerica21
En marzo de 2023, las Madres de la Plaza de Mayo marcharon por el 40 aniversario del fin de la dictadura argentina. Ellas subrayan que el acto fue una «marcha», no una «ronda», como se lo definió popularmente. El lenguaje importa en este y en muchos otros casos, y es una poderosa herramienta para proteger los derechos humanos.
Las Madres son la organización más conocida dentro y fuera del país, y el momento inicial de cuando se organizaron coincide con los momentos más oscuros de la dictadura argentina. «No queremos llamar ‘ronda’ a lo que llamamos marcha porque dar vueltas es dar vueltas a lo mismo, pero marchar es marchar haciendo algo», dicen.
Podemos destacar la característica performativa de la «marcha», de acuerdo con los análisis del lenguaje que se han discutido en trabajos tempranos como los de J. L Austin y H. Pitkin sobre el tema de la «actuación». El punto por destacar adquiere aquí los contornos de la lucha por la realización de los derechos humanos, por los desaparecidos, contra la impunidad de los funcionarios perpetradores de las injusticias. Por tanto, esto se convierte en un relevante repertorio de lenguaje que se emplea en el caso de todos los movimientos posteriores en América Latina (hasta nuestros días).
Las Madres de Mayo es una organización que se creó a finales de la década de 1970 y llevó a cabo una serie de acciones, con el objetivo de encontrar e identificar a los niños secuestrados durante la última dictadura militar argentina. Según la investigadora Rita Duarte, los niños que no fueron asesinados fueron dados en adopción en procesos impregnados de ilegalidad y violencia. Partiendo de la primera organización, en 1994 se creó la Abuelas, una de las más activas en la actualidad.
Y, seguidamente, está ahora H.I.J.O.S. Esta se basa en nuevos repertorios y acciones denominadas escraches, como se conoce a las denuncias públicas y ruidosas en contra de conocidos torturadores y asesinos que se encuentran en libertad.
La disputa en el escenario político argentino exige que se revise la Historia, y pugna constantemente por la reparación, con el no olvido y el fin de la impunidad como soportes. En todos los casos, la lucha de estas mujeres forma parte de la escena pública. En los archivos, en las calles, en los congresos nacionales, en las escuelas, allí donde son convocadas lideran sus denuncias y reiteran el derecho a la memoria por sus muertos/desaparecidos y, en particular, por la responsabilidad política de los Estados en relación con estos crímenes.
La paradoja de la amnistía
En Brasil, el fin de la dictadura tiene como contexto clave la paradoja de la amnistía y la Constitución de 1988. Los Gobiernos posteriores a la transición atravesaron situaciones complejas en cuanto a la definición y posterior elaboración y empleo de derechos a través de políticas públicas. En el caso de los movimientos sociales, además de su vinculación con la promoción y defensa de agendas de políticas públicas, se han dado en el país procesos de memoria, verdad y reparación.
Si pensamos en las dictaduras de Brasil y Argentina, por ejemplo, la película Argentina, 1985 es oportuna y llegó en un buen momento en 2022, cuando las elecciones más difíciles de la historia de la redemocratización en Brasil estaban rodeadas de amenazas de golpe militar. El entonces presidente afirmó categóricamente que no confiaba en las elecciones en el mismo país que lo eligió en 2018. La actitud antidemocrática tendría efectos nefastos, como lo demuestra desde la amenaza de bomba en Nochebuena hasta la invasión de las sedes de los tres poderes del Estado.
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Considerando las historias de los dos países, el juicio a los militares involucrados en crímenes de Estado une el pasado de amnistía (e impunidad para militares y policías) en Brasil, y la estabilidad democrática (a pesar de la aguda crisis económica) que vive Argentina. Un resultado concreto de esta comparación es darse cuenta de cómo ninguna mención al «bandido bueno es bandido muerto», que hemos visto en el pasado reciente en Brasil, forma parte del lenguaje utilizado por los candidatos presidenciales de hoy en Argentina.
El juicio retratado en la película presta especial atención a los relatos de las víctimas: a los familiares que, a pesar de la inmensa e irreparable pérdida de sus seres queridos, llevan a la escena pública su lucha por la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición de los crímenes del Estado contra sus ciudadanos.
Además, lo ocurrido en el país vecino, sin precedentes en América Latina, puede compararse con el juicio de Núremberg, ya que llevó a la escena pública internacional un asunto crucial sobre cómo tratar como «buenos ciudadanos» a quienes pretenden matar, torturar y exterminar porque «cumplen órdenes».
La impunidad como amenaza
La importancia del aspecto militar en Alemania, Brasil y Argentina está oscuramente entrelazada con la persistencia de partidarios del nazismo y de la violencia de Estado en nuestros días.
El lenguaje de los derechos humanos nos enseña que la impunidad de los agentes estatales es uno de los principales factores que amenazan a las democracias. Esto se confirma no solo en los relatos de víctimas y movimientos, sino también en documentos y Comisiones de la Verdad. Solo en 2022, 6.429 personas murieron como consecuencia de intervenciones policiales, según el Anuario Brasileño de Seguridad Pública.
Asistimos a un aumento de la letalidad de la acción policial en los últimos años y también a un crecimiento del número de mujeres que se comprometen políticamente contra las violaciones causadas por el Estado. Así, según la politóloga Débora Quintela, es plausible predecir que, si no hay cambios en términos de seguridad pública en las grandes ciudades de Brasil (y la idea actual es que la violencia institucional solo aumentará), la tendencia es que el movimiento de madres de víctimas de la violencia policial se amplíe y solidifique como acción colectiva. Desgraciadamente, con cada nueva víctima, también tenemos una nueva madre indignada, una activista en potencia.
Entender el asunto de los derechos como un proceso histórico que está en disputa en las arenas políticas nacionales y sus interfaces internacionales puede ayudarnos a comprender mejor las dinámicas nacionales y sus puntos de intersección. Investigar los abusos, buscar la verdad, honrar la memoria de las víctimas y no permitir que la violencia se repita son formas de cultivar los valores democráticos en la sociedad.
Estemos atentos al lenguaje que se utiliza, a los actos de habla de madres y seres queridos que lloran sus pérdidas y piden justicia. La reivindicación de los derechos humanos es relevante por su comprensión con respecto a demandas colectivas en la política, para fomentar la justicia para quienes han sufrido o sufren injusticias, para la recuperación de la memoria, la verdad, la justicia y la no repetición de las violaciones de derechos.
Alessandra Maia Terra de Faria es Doctora en Ciencias Sociales, por la PUC-Río. Profesor de Ciencia Política en el Departamento de Ciencias Sociales, de la PUC-Río, y en el Programa de Posgrado en Ciencias Sociales, de la UFRRJ. Miembro de la Red de Politólogos #NoSinMujeres.
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