El magnigolpe, por Teodoro Petkoff
Chacumbele se quejó de que los partidos políticos de oposición no le pararon demasiado a la denuncia de golpe, con su ñapa de magnicidio; los diversos «gumersindorivas» del régimen le hicieron coro y el imbatible general Müller Rojas montó el fin de fiesta acusando al PPT de «tibieza» ante la amenaza que se cierne sobre la magna vida en cuestión. Pero es que aún en asuntos de esta supuesta monta, Chávez también le hace honor al apelativo de Chacumbele, matándose él solito. Es el rey del autogol.
Para empezar, ¿cómo se puede tomar en serio una denuncia de ese calibre si su vocero es Mario Silva? Un mandatario serio pone a echar ese cuento a sus minpopos de Interior y/o Defensa, acompañados de sus respectivos sapos mayores de Disip y DIM, en solemne rueda de prensa, con profusión de videos, grabaciones, bazucas y otras muestras de ferretería bélica, y no a un sujeto tan desacreditado como Silva.
Pero, para colmo, Chacumbele, siempre certero para disparar a su propio arco, informa al país que él supo de la terrible conspiración en su contra sintonizando La Hojilla.
Contó, que venía de Puerto Cabello y alguno de sus adulantes más cercanos lo llamó para preguntarle si no estaba viendo ese exquisito programa. De modo que Chacumbele no se enteró de los malvados designios de los conspiradores a través de «puntos de cuenta» de sus minpopos de Interior y/o Defensa o de sus generales de Disip y DIM, sino escuchando a Mario Silva. ¿Cómo podía, pongamos por caso, el pobre José Albornoz, jefe del PPT, creer que la vaina era en serio? Pero la mamadera de gallo no termina aquí. La comisión de la Asamblea Nacional encargada de «investigar» golpe y magnicidio, hace comparecer, como es de rigor, a un general, para que informe de los pormenores de la conspiración.
Se hace presente, pues, el general González González, comandante del Comando Estratégico Operacional y, por lo mismo, persona de las que se supone que están al tanto de la última bola. Preguntado cómo supo del magnigolpe, respondió que viendo La Hojilla. ¡Hágame usted el favor! Sin embargo, quedaba la esperanza de que la Fiscalía de la República reivindicara los fueros de la seriedad.
Pero no. La doctora Ortega Díaz declara que el organismo que dirige no ha recibido información oficial alguna ni le han sido enviados los cañones decomisados, para abrir así el respectivo expediente. Su «fuente», para variar, también es La Hojilla.
A la luz de la enorme importancia que tiene La Hojilla para la seguridad de la República tal vez sería conveniente que el CNE estudie la pertinencia de restablecer la emisión del programa. A su vez, Chacumbele debería pasearse por la posibilidad de sacar a Mario Silva de la candidatura a la gobernación de Carabobo, donde tan mal le está yendo, y designarlo jefe de la DIM. Su vocación de sapo, de la cual guardan memoria los trabajadores del Bloque De Armas, sería así, más que recompensada.