«El mecate de oro», por Simón Boccanegra
¿Será que los políticos en este país han perdido el sentido del humor? No alcanzo a explicarme cómo han podido tomar en serio ese templón de Nicolás Maduro que casi castra al Presidente. Como si la proposición de estirarle tres años más el mandato a Chávez hubiera provenido del mismísimo García Pelayo, varios dirigentes de la oposición y hasta el propio William Lara se sintieron impelidos a contestarle con gravedad de jurisconsultos cuando la cosa no merecía más que un sketchde Radio Rochela. Pero lo de Nicolás si debe ser tomado en serio como síntoma de una patología en pleno desarrollo: la del culto a la personalidad, como la llamaron los soviéticos post Stalin, o la de “los felicitadores”, como la denominó nuestro Pio Gil, burlándose ácidamente de la desorbitada jaladera que acompañó a Cipriano Castro durante sus años de poder. Después del antológico número de VEA, dedicado al medio cupón de Chávez, vino el desfile de las misiones en Los Próceres, que tanto recordó a la Semana de la Patria que impuso Pérez Jiménez. ¿Nos espera ese futuro de desfiles obligatorios, frente a la tribuna del líder saludante, con niñitas y niñitos, pañuelitos rojos al cuello, arrimándose a Yo El Supremo para dejarse besar frente a las cámaras? Por ahora “El mecate de oro” lo tiene Veapero, por lo visto, ese trofeo tiene competidores.