El método del milagro, por Simón Boccanegra
Para quienes no aprecian suficientemente el éxito unitario logrado por la Mesa Democrática voy a recordar un chiste que circulaba en los predios de la Concertación Democrática, en Chile, durante los largos meses en que los partidos y grupos que la componían (17) pugnaban por alcanzar un acuerdo y cada reunión era más frustrante que la anterior. Cuentan que los «concertadores», desesperados, recurrieron a un grupo de sabios y expertos para que estos diagnosticaran la situación y propusieran salidas al desencuentro. Al cabo de un tiempo, los sabios se reunieron con la Concertación, todavía nonata, y emitieron su diagnóstico. «Hay dos maneras de resolver esto, dijo el vocero de los sabios, una es la normal y la otra por la vía del milagro. ¿Cuál quieren que les expongamos primero?» Los líderes políticos pidieron la salida «normal», descartando, por metafísica la del «milagro». «La vía normal, dijo el vocero de los sabios, es que bajen del cielo arcángeles y querubines, así como una comisión de las once mil vírgenes, y utilizando mecanismos de persuasión celestiales los convenzan a ustedes de que es preciso acordarse». Los tipos, asombrados, preguntaron que si esa era la vía «normal», ¿cuál era entonces la del «milagro»? «¡Ahhh! «¡La del milagro es que ustedes se pongan de acuerdo!» Como se sabe, en Chile se dio el «milagro» y los 17 partidos de la Concertación se pusieron de acuerdo, derrotaron a Pinochet dos veces y se quitaron de encima al siniestro dictador. Pues bien, aquí en Venezuela también funcionó la vía del «milagro» y la Mesa Unitaria Democrática forjó una alianza de gran alcance. Ese acuerdo reúne tantas voluntades y cubre tal expectativa que cualquiera que intente revirar contra él se estrellará contra la voluntad unitaria.