El ministro Luis Acuña me escribió, por Simón Boccanegra
Este minicronista recibió una carta del ministro de Educación Superior, Luis Acuña, en la cual éste desmiente su participación en los bochornosos hechos del aeropuerto de Cumaná (de los cuales dio cuenta esta columnita), donde una patota de «socialistas» tomó a la brava un avión de una línea aérea comercial, dejando en tierra a una veintena de pasajeros que tenían boleto comprado.
El ministro dice que no formó parte del «asalto» y que estaba en el aeropuerto porque habría de viajar en un avión de Pdvsa. Un señor Carlos Mota también me escribió, asegurando que «por lo menos en lo que se refiere al ministro de Educación» las cosas no fueron así. Le creo tanto a Luis Acuña como al señor Mota y doy mis excusas al primero por haberlo mencionado como participante de tan vergonzoso episodio. Yo había escrito que me costaba creer lo de Acuña, «a quien este minicronista conoce y siempre tuvo por una persona decente». En efecto, me costaba trabajo creerlo, pero tengo tantos viejos amigos en este gobierno, a quienes he visto sufrir una metamorfosis de personalidad, que admití la versión de dos viajeros frustrados, que lo vieron en el grupo y dieron por sentado que formaba parte del bululú. Pensé que el modesto y tranquilo profesor cumanés Luis Acuña se había contagiado del espíritu prepotente, arrogante y abusador que caracteriza a tantos de sus conmilitones. Sin embargo, no tengo razones para dudar de su palabra y si él dice que no participó de los hechos, le creo y le reitero mis disculpas. Sin embargo, una pequeña observación para el viejo amigo. Su carta habría sido impecable si hubiera contenido unas palabras de condena del abuso mismo. Porque esto sí fue cierto y Acuña sabe que para que pudieran montarse los heroicos militantes del PSUV que protagonizaron la toma, afortunadamente incruenta, de la nave aérea, una veintena de pasajeros, con sus boletos pagados, fueron «sacrificados» en el altar de las urgencias militantes de los rojo-rojitos. Profe, si uno mismo no condena los abusos que se cometen en nombre de los principios que determinan su conducta, esos principios se están derritiendo.