El negocio de las franelitas y gorras, por Simón Boccanegra
Hablando de corrupción, existe una forma que pasa desapercibida pero que debe implicar una boloña de millones de bolívares. Es lo que cuesta fabricar millones de franelas, gorras, y chaquetotas como las que usa Diosdado, además de toda clase de adminículos (llaveros y etcétera), en lo cual, sin ser Pitágoras, no es difícil intuir que eso cuesta todos los reales del mundo. La cantidad de actos públicos que realiza el chavismo, movilizando a decenas de miles de empleados públicos, amén de sus propios militantes y partidarios, todos portando franelas y gorras rojo-rojitas, implica una erogación realmente milmillonaria. ¿De dónde sale ese dinero? ¿Quién paga eso? Sin ser demasiado malpensado se puede imaginar que el Tesoro público no debe ser ajeno al pago de toda esa vestimenta y sus accesorios. Sin embargo, ahora resulta que Maduro se ha lanzado en una cruzada contra la corrupción.
Pues bien, este escribidor solicita que el PSUV y el gobierno rindan cuentas, al menos de ese gasto. Tal vez por ostensible y por característico de las movilizaciones partidistas jamás ha llamado la atención, pero una vez que uno se pone a pensar en el tema se da cuenta de que estamos ante un caso de corrupción en tono mayor. No se trata de cuatro lochas sino de millones de bolívares, que, por cierto, como sucede en todos los negociados de estos angelitos de Dios, el o los fabricantes deben partir la cochina con quien les proporciona el contratico.
Es el colmo que el gobierno ande buscando corruptos en la oposición cuando no tiene sino que voltear para los lados para verlos contando dólares a la luz del día.