El nepotismo de los Gil Pinto llegó a la embajada de Venezuela en Francia

El nepotismo es definido por el Diccionario de la Real Academia Española como la «desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos», un concepto no muy lejano para la familia Gil Pinto, de la que forman parte el canciller Yván Eduardo y su hermano Arturo Enrique, el recién designado embajador de Venezuela en Francia.
Los hermanos Gil Pinto –ambos ingenieros de profesión– tenían caminos separados hasta que coincidieron en el servicio diplomático venezolano bajo la administración de Nicolás Maduro, pero en países diferentes. Mientras el ahora canciller ocupaba el viceministerio para Europa (2017-2021) o la embajada de Bruselas (2021-2022), su hermano se mantuvo como encargado de negocios (2018-2023) en Seúl, Corea del Sur.
También comparten otro rasgo: llegaron a los puestos de diplomáticos sin experiencia previa o una carrera asociada al servicio exterior. El nuevo embajador es ingeniero mecánico graduado de la Universidad Central de Venezuela, y con un doctorado en Automatización y Microelectrónica de la Universidad de Montpellier, según reseña su Linkedin. El canciller es ingeniero agrónomo y saltó del Ministerio de Agricultura a Europa.
Agradezco la invitación de los Embajadores del Grupo Latinoamericano y del Caribe en Corea del Sur a un almuerzo de despedida luego de mis 4 años y 9 meses de servicio en Seúl. Muchas gracias a todos. La fortaleza de LAyC es la unidad en medio de la diversidad. pic.twitter.com/2aXQqVwu41
— Arturo GIL PINTO (@gilpinto) August 2, 2023
Arturo Gil Pinto tampoco es un desconocido dentro de los ministerios venezolanos: fue director de Corpivensa, un ente del Ministerio de Ciencia y Tecnología, además de viceministro de Gestión de Infraestructura del Ministerio de Transporte. Además tuvo cargos dentro de la directiva del Metro de Caracas, la junta interventora del Aeropuerto de Maiquetía y el Instituto de Canalizaciones.
Quizá el canciller se anota en aquel concepto de «nepotismo positivo» que alguna vez defendió un Contralor General de la República, Manuel Ballesteros, cuando le preguntaron por los 13 familiares que había metido en esa institución a trabajar con él, como había revelado una investigación de Runrunes publicada en sl semanario TalCual impreso que entonces circulaba