El niplero del MVR, por Simón Boccanegra
La verdad es que el MVR es una caja de Pandora. Uno la abre y no sabe lo que le va a saltar a la cara. Ahora resulta que uno de los nipleros que han tenido en ascuas a los caraqueños es de los muchachos de Maripili, la dirigente de las mesnadas juveniles del partido de la revolución democrática y pacífica. Los partidos democráticos están cruzados por corrientes internas. Eso es normal. Pero lo que un partido democrático no puede admitir es que alguna de sus corrientes internas profese el terrorismo como línea de conducta. El chamo Randolfo, el niplero, no debe ser un lobo solitario. La Disip agarró un cabito; jale para que dé con el ovillo. El seráfico joven fue tomista de la UCV. En la UCV también colocaron una bomba que destruyó parte de las oficinas del Rectorado, dejando unos volantes de evidente filiación tomista (y no de Santo Tomás precisamente). Elemental, Watson, elemental: dos y dos son cuatro. Ahora bien, tan terrorista es quien mata con una bomba como quien sólo hace ruido con ella. Al terrorismo no lo define tanto el daño físico que causa como el terror que inspira. Quisiéramos oír del MVR una condena tan contundente del terrorismo criollo como la que ha hecho del internacional. Porque violencia llama violencia.