El No de los franceses, por Simón Boccanegra

La unidad europea ha recibido un duro golpe con el No francés al proyecto de Constitución. Desde luego, no significa esto que va a colapsar el titánico esfuerzo integrador de más de medio siglo, que culminó con esa suerte de milagro económico que es la moneda única. Pero, sin duda, que Francia, que junto con Alemania constituye el eje alrededor del cual gira la Unión Europea, ha provocado un grave desajuste en el proceso. Por de pronto, no puede descartarse un efecto dominó y el entierro del proyecto constitucional.Tendrán que hacer otro. El voto francés es complejo. Izquierda y Derecha se dividieron cada una en afirmativo y negativo.
Cada lado tenía razones propias. En la derecha, el rechazo a la «invasión» de Europa por los parias de la tierra, sobre todo africanos, pesó mucho. En la izquierda, el temor de que las conquistas sociales fueran erosionadas por una óptica demasiado neoliberal en la política económica europea, pesó también.Y en ambos lados dominó el rechazo general a Chirac y su gobierno. En buena medida fue un voto castigo, movido por razones domésticas, producido por un pueblo muy dado a creer que más allá del hexágono donde habita no hay más nada.