El Otro Yo de los «revolucionarios», por Simón Boccanegra
El domingo pasado, día de votaciones en el PSUV, ocurrió un hecho que por más que se lo cuenten a uno, es casi imposible de creer. Pero pasó. El vuelo 294 de las 11 am de Rutaca, desde Cumaná a Caracas, fue tomado por asalto por treinta franelasrojas, dejando en tierra a treinta viajeros, con sus respectivos pasajes en mano, quienes impotentes y enfurecidos no pudieran impedir tamaño abuso de quienes «explicaron» su acción con la obligación de que tenían que venir a votar en Caracas. El asalto tuvo lugar a plena luz del día, con absoluta alevosía. Entre los asaltantes estaba el ministro de Educación Superior, Luis Acuña, a quien este minicronista conoce y siempre tuvo por una persona decente. Aunque el ministro no encabezaba el asalto y más bien parecía querer pasar desapercibido, fue reconocido por dos de los frustrados viajeros, quienes, justificadamente airados, le reclamaron su proceder. El profesor Acuña balbuceó algunas excusas, pero igual se coleó. ¿Qué le pasa a esta gente, que hasta una persona como Acuña, de quien uno no habría esperado este tipo de conductas prepotentes, parece haberse contagiado de sus conmilitones? Si se necesitara una prueba fáctica de que esto no es ninguna revolución y de que todo el discurso socialista es sólo una trampa cazabobos, pocas más contundentes que este atropello de Cumaná. Porque es el abuso del día a día, el que no moja pero empapa. El que pone de bulto el otro yo de estos «revolucionarios». Son la misma miasma de siempre, esa ralea de quienes apenas adquiriendo una pizquita de poder se transforman en unos verdaderos monstruos, la propia gente que roba a un ciego y luego le rompe el platillo en la cabeza.