El país habló: ¿Quién escucha?, por Ángel Monagas
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Los últimos eventos realizados en el país demuestran que estamos ante tres Venezuela. Una, la que promueve el gobierno de Nicolas. La segunda, la que defiende la oposición tradicional y la tercera, la real. Que está en todos lados. Que se percibe y evidencia.
La realidad venezolana es una sola. El problema es la mala interpretación.
La protesta de los maestros, de los educadores, a la cual se unieron y se identificaron con ella, trabajadores del sector público, pensionados, jubilados y hasta amas de casa, refleja la angustia, la desesperación de la gente, porque el dinero no les alcanza.
No es simplemente un problema de montos, de ganar en dólares y los propios trabajadores activos y jubilados, están confundidos sobre el asunto.
En la Venezuela actual, un trabajador podría ganar mil dólares de sueldo y el problema sería el mismo. La inflación o la hiperinflación se comerían esa cifra rápidamente. Los alimentos, los bienes tendrían necesariamente que ser incrementados en sus precios de adquisición, porque los costos de producción serían alterados.
¿Y entonces, cuál es la salida?
Aunque suene “cansón”, repetitivo, es urgente revisar el modelo económico. El estilo de manejar las finanzas públicas del país. La renta petrolera desapareció y así en Venezuela, se instale la industria petrolera de Estados Unidos, el enfermo no mejorará porque el diagnóstico es errado. El tratamiento no es ni bueno ni malo. Simplemente no es el adecuado.
La receta para el covid es muy buena. El problema es que no es el covid quién mata a Venezuela. Es un estilo, es una conducta, son unos valores invertidos los que nos gobiernan y es urgente cambiarlos.
Decía El Libertador Simón Bolívar: «Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción».
A los mandatarios , fundamentalmente a los socialistas con tendencias comunistas, no les interesa un pueblo culto, preparado, educado.
Es más fácil dirigir una masa amorfa, que se conforme con unos beneficios y no una que responda a los valores fundamentales de la crítica. Que haga de la opinión pública un arma para cuestionar y presionar.
El maestro y allí incluyó a los profesores universitarios, actualmente no acude a su aula para enseñar. A muchos no les interesa porque saben que con esa digna profesión, su familia y él, no alcanzarán niveles de satisfacción equivalentes al mínimo para sobrevivir. El sueldo no les permite comer, comprar medicinas, ropa, calzado, entretenimiento, etc.
¿Cómo seguir en una actividad que no te surte los elementos mínimos requeridos para seguir ejerciéndola? El 90% de los educadores trabajan por vocación, por amor al arte. Sin embargo, las condiciones los impulsan a buscar, a presionar, para elevar sus condiciones elementales de vida. No tienen asistencia en caso de enfermedad ni en caso de muerte. Sus familias están en la orfandad total, con tendencia a aumentar.
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¿Qué hacer?
Esa preocupación no es la de ellos. Eso debería ser la del sector político. Aquellos que tienen aspiración de conducir los destinos del país. Sería un recurso por carencia. Nicolás Maduro y su partido no tienen el menor interés en resolver la crisis, pues ella lo sostiene.
Además quién no ha recibido educación, quién no ha sufrido los problemas básicos para estudiar o para dar clases, mal puede interpretar la gravedad de esta materia.
El país merece otra clase de gobernantes
Teodoro Petkoff señaló: «Dos izquierdas». Y allí bautizó Petkoff como «izquierda borbónica» a «aquella que no aprende ni olvida» de los yerros de la experiencia socialista en Europa del Este, la URSS y en este lado del mundo la Revolución Cubana de Fidel Castro. Una izquierda disfrazada, pues no comulga en los valores básicos del socialismo.
Últimamente se habla de la «izquierda caviar». Esa que acude a la «burbuja de la burbuja» llamada las Mercedes de Caracas, provista de lujos y bondades, al mejor estilo de los países capitalistas.
Los contrarios, y ojo que no los menciono como «oposición», pues a mi juicio la mayoría no lo es, hacen parte de un discurso que para nada se refleja en el día a día del venezolano de a pie.
Pregúntenles a los venezolanos, que piensan acerca de ponerle fin al parapléjico «gobierno interino de Guaidó».
Los autodenominados «oposición» se debaten en la lucha de sus propios intereses.
Por eso la marcha de los maestros, fue una alerta para la clase gobernante y también para la aspirante. Los problemas que agobian indican la necesidad del reencuentro, de la sumatoria de esfuerzos para superar la vigencia del cuadro actual.
Los maestros, los trabajadores, los jubilados, pensionados, todos en general piden en altavoz justicia.
Justicia para un pueblo que lo ha dado todo.
Es una voz que requiere ser escuchada, es un idioma que requiere ser traducido, es una fuerza que exige conducción para orientarla hacía el bien común.
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