El país no está para “consultaderas”, por Beltrán Vallejo
Entre tantos dilemas y faltas de certezas, que viven los 28 millones y medio de venezolanos, también gravitan los de tipo político. Para muestra, lo que está proponiendo Guaidó en referencia a una denominada “consulta” a realizar en los próximos meses. Confieso aquí mi valoración en relación a esa acción política, y humildemente pido que no me confundan con un criticador de oficio.
La idea de Guaidó es que a los venezolanos se les consulte sobre las medidas que deben tomarse para enrumbar un proceso que le ponga punto y final al actuar régimen omnímodo que preside el inefable Nicolás Maduro Moros; tengo entendido que esa es la idea de la consulta. Si me lo pintan así, es un objetivo noble el de esta acción, pero que va directa al fracaso más estrepitoso, como igual de fracaso político es lo que acompaña a la fulana elección parlamentaria a trompicones que intenta imponer Nicolás.
Y digo fracaso porque la “consulta” de Guaidó se va enfrentar a la misma abstención que pesa sobre la llamada chimbolegal a las urnas que convoca la tiranía.
Y digo eso por lo siguiente: en primer lugar, el contexto, y con eso me refiero al contexto social y psicosocial de pandemia y falta de gasolina que atenta contra cualquier movilización (menos en el sector del régimen, el que tiene el monopolio delincuencial del combustible), y me refiero también al aprisionamiento de la gente en sus problemas de subsistencia, y además en lo que se refiere a la desmotivación para participar en acciones cívicas. Más bien el país anda frustrado, bravo, desorientado, escéptico; es decir, el país no está para acciones de plástico. Más bien el pueblo se ubica en un polvorín incierto y desesperado. La ciudadanía está más para la rabia que para el civismo.
En segundo lugar, la gran desinformación que impera sobre ese evento y la falta de instancias de comunicación y de motivación eficaz para persuadir y convencer a la gente para que acuda a esa consulta. Y en ese sentido, las redes sociales pudieran cumplir esas tareas con algo, alguito, de efectividad, que por supuesto no será suficiente. Además, las organizaciones sociales y políticas opositoras están en la “carraplana” y con escasa capacidad organizativa y de liderazgo para mover voluntades colectivas en ese sentido. Y me perdonan los guaidocistas más radicales, el señor Guaidó no posee en estos momentos suficientes atributos comunicacionales, de liderazgo, de pedagogía política y de inspiración para convocar a una gran masa nacional para que se haga presente en esta actividad, que más parece de polietileno. Guaidó es el principal dirigente de la oposición nacional, pero no es el gran líder titánico (esa era el aura que tenía el año pasado) para convocar a la nación toda; he ahí la debilidad paupérrima de todas sus convocatorias después del fracaso de la intentona militar del 30 de abril del 2019.
Por supuesto que está bien que los políticos y la denominada Sociedad civil se ponga a hacer algo en pro de la democracia en este país. Hasta yo, como todo demócrata y para acompañar la soledad de Guaidó y de mis compañeros opositores, haré acto de presencia y colaboraré en esa jornada, pero desde ahorita estoy clarito y no me sorprenderé con la alta abstención de ese evento, como así mismo estoy convencido de que la abstención de las parlamentarias maduristas será por el orden del 80%.
¿Cuándo será el día en que la próxima convocatoria de los demócratas sea para la huelga general contra la tiranía?
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