El Plaza’s de Valle Arriba y el chavismo, por Julián Martínez
Hace unos días fui al supermercado Plaza’s de Valle Arriba (en Caracas) y no me dejaron entrar. Aunque tenía mi tapabocas bien puesto me dijeron que sin guantes no podía ingresar. Sorprendido, mas no derrotado, decidí quedarme un buen rato cerca de la puerta del local, observando.
Al principio vi gente con tapabocas de distintos modelos y guantes de piel, de plástico transparente, de motorizados, de los que se usan para fregar los platos y a todo el mundo le echaban gel sobre los guantes antes de entrar al establecimiento. Pero de pronto llegó una señora con su tapabocas y unos guantes de lana (posiblemente rebosantes de coronavirus); los mostró, no se detuvo a que le echaran gel antibacterial y, de todas formas, la dejaron entrar.
Lo importante era que tenía guantes. Poco después vino otro con guantes de cuero que ingresó sin pasar por go. Como tenía su tapabocas y sus manos bien cubiertas, lo dejaron entrar sin problemas. El más curioso fue uno que apareció con su pareja, los dos con tapabocas, lucían muy saludables y exitosos: ella con sus guantes elegantes y él con los suyos en el bolsillo. Pidió que le echaran gel en las manos, se las frotó con esmero y luego se colocó los guantes (posiblemente rebosantes de coronavirus). Una vez que ambos mostraron sus flamantes manos enguantadas, se les permitió ingresar.
Lo importante era tener tapabocas y guantes, sin importar el estado de de estos últimos. Lo higiénico y sensato habría sido colocarle gel antibacterial a la gente en las manos.
Pero aquí no: que los guantes estuvieran o no repletos de covid-19 era una nimiedad, lo imperioso era llevar guantes, de cualquier modelo con cualquier tipo de virus y bacterias pues, de lo contrario, no podías entrar.
El chavismo anuncia que tenemos poquísimos casos de personas contagiadas. En lo que respecta al coronavirus somos los campeones del continente ¿Entonces por qué alargan la cuarentena estricta por treinta días más? Llegaremos –si es que llegamos-–a noventa días encerrados, aunque la amenaza del covid-19 sea mínima (según el régimen).
Es una cosa de vida o muerte que permanezcamos encerrados y controlados; sin dinero y con pocas posibilidades de producirlo; pero también sin electricidad ni gasolina. No obstante lo importante es estar encerrados.
Si en Guayaquil caen muertos por el coronavirus, en las ciudades de Venezuela lo hacen por el hambre. La cosa no es solo el daño psicológico del confinamiento (en los lugares donde se cumple con disciplina, claro); el asunto no es únicamente que no se pueda llevar al abuelo a su chequeo médico porque no hay gasolina para mover el carro (solo la gente adinerada puede pagar 4 dólares por litro en el mercado negro).
Tampoco es importante que el régimen te recomiende lavarte las manos constantemente, aunque por tu zona tengan más de una semana sin agua. Lo verdaderamente esencial es estar encerrados. O sea, usar guantes, sin importar que estén rebosantes de coronavirus.