El que tenga oídos que oiga, por Simón Boccanegra
Que Yoel Acosta Chirinos, José Vielma Mora y Carlos Guyón, oficiales del chavismo del Samán proverbial hayan declarado en estos días, aparentemente sin estar concertados, su insatisfacción con el modo como se están conduciendo las cosas en el país, no es concha de ajos. Se trata de militares que están vinculados a las más altas instancias del chavismo castrense, de modo que cuando hablan como lo están haciendo, hay que parar la oreja. Una cosa salta a la vista: oficiales del 4F y el 27N, cuya cuantía no es fácil de verificar en este momento, sienten que la revolución en la cual creyeron y en nombre de la cual se alzaron, perdió la brújula. Piden nada menos, que volver a las raíces del 4F, «cuando no existía la tesis del socialismo del siglo XXI, sino la construcción de un modelo democrático, sin poderes públicos tutelados por Miraflores». Son palabras que no tienen desperdicio y ponen de bulto cuán hondamente ha calado en algunos sectores o grupos de los que se alzaron el 4F y el 27N la insatisfacción general que corre por las calles del país.
No es para menos. Quienes han hablado no viven en una campana de cristal, aislados del país, sino que están políticamente muy activos y haciéndose sentir. Las palabras de Guyón urgiendo a Vielma Mora a «reaccionar a favor de las libertades constitucionales», en nombre de los principios que los instaron a alzarse en su momento, posiblemente fueron dichas antes de que Vielma Mora diera a conocer su actitud en el Táchira.
Vielma ya había reaccionado cuando Guyón se lo pidió. Reconoció que hubo excesos en la represión llevada a cabo en su estado y pidió perdón por ello, aunque advirtió que no es suya la responsabilidad de tales actos, sino de un «gobierno militar» (son sus palabras) que Maduro impuso en el Táchira desde la semana pasada. Se nota, pues, que entre la oficialidad que participó en los alzamientos de 1992 hay sectores que sienten que la «revolución» (ahora con comillas) cogió un rumbo distinto al que ellos tenían en mente, que no era precisamente el de crear un régimen autoritario y precariamente democrático. El que tenga oídos que oiga.