El retrato de Dorian Grey, por Simón Boccanegra

J. V. Rangel hace esfuerzos desesperados por revolver las aguas financieras, tratando de esconder en un eventual remolino su propia responsabilidad en las vagabunderías de su socio y amigo, Perucho Torres Ciliberto. Lo que hizo el domingo pasado, trazando el retrato hablado de un banco y de su principal accionista, con tintas tan cargadas como para precipitar sobre aquel una nueva corrida, pinta perfectamente cómo funciona la mente de esta suerte de Cruella De Ville de la política criolla. Dijo que este banco «con problemas, que ha estado fuera de compensación en varias oportunidades, coloca a su propietario ante una situación crítica; según se ha conocido, próximamente se dictarán medidas de Sudeban sobre este banco en cuestión, y también está planteada una acción del Ministerio Público a un canal de televisión que se encuentra seriamente comprometido». El capitán Hernández Behrens, quien, miccionando totalmente fuera del recipiente, amenazó a este diario, con aplicarle el artículo 448 de la Ley de Bancos, que prevé penas hasta de nueve años de prisión para quien alborote con noticias falsas o tendenciosas el avispero financiero, debería tomar nota de estos dichos del señor José Vicente Rangel. Esto sí es terrorismo financiero; a esto sí se le debería aplicar cabalmente ese artículo 448 de la Ley de Bancos. Rangel ha difundido pública y abiertamente un comentario que podría afectar negativamente el desempeño del sector financiero, llamando literalmente a una corrida sobre ese establecimiento bancario. Todo, con tal de que en el bululú se pierdan él y Perucho Torres. Es el mismo proceder canallesco y miserable que lo llevó a escribir una vez que la cancelación de la visa estadounidense al Director de TalCual se debía a que los gringos le habían detectado una movida de dinero de narcotráfico en una isla del Caribe. Este tipo no es Dorian Grey sino el propio retrato.