El Señor Mercado y el Señor Estado

El problema de los idólatras del Estado es que a la postre siempre se las tienen que ver con el Mercado.Tomemos el caso de nuestro gobierno. Creyente fervoroso de que los problemas inflacionarios se resuelven a punta de controles de precios, los establece y los deja ahí, fijos, por 26 meses, como en el caso actual. Al cabo de este tiempo, el Señor Mercado toca a las puertas de Miraflores y hace saber que los precios están siendo rebasados por los costos y que si no se hace algo, el resultado va a ser la desaparición o la escasez de aquellos productos cuyos precios no remuneran lo que cuesta producirlos. Entonces, el Señor Estado se ve obligado a pararle bola al Señor Mercado y reajusta los precios controlados. Pero como ha pasado tanto tiempo, para emparejar las cosas hay que hay darle un empujón tan brutal a los precios, como el que acabamos de ver con la leche, el maíz, el pollo, la harina de maíz, el sorgo, los huevos (que quedan por la libre, al absoluto arbitrio del Señor Mercado). Si no fuera tan dogmático y entendiera que el Señor Estado y el Señor Mercado pueden actuar concertadamente y que los ajustes de precios controlados (si es que estos fueren necesarios) deben ser graduales, dejándolos deslizarse, para no verse obligado a hacerlos explotar estruendosamente después de más de dos años, como en este caso, el Sumo Sacerdote de Miraflores no se vería, como ahora, actuando como promotor principalísimo de la Señora Inflación. Naturalmente, como este es año electoral y las cosas están muy feas en su partido, el Sumo Sacerdote anuncia un aumento del salario mínimo de 30%. Producirá alegría, sin duda, pero la gente sabe que esa alegría es de tísico, porque los venezolanos tenemos un Summa Cum Laude en materia de precios y salarios y conocemos como termina esta historia: la Señora Inflación anda con el moño suelto, los salarios suben, intentando atraparla y el resultado es que la Señora se encabrita como si hubiera recibido un espuelazo. Pero, nadie aprende en cabeza ajena y menos que nadie este señor que cree sabérselas todas.