El señor Noriega perdió un chance de guardar silencio, por Simón Boccanegra

El señor Roger Noriega, cuyas visibles limitaciones intelectuales lo califican perfectamente para el rol de elefante en cristalería que suele jugar de tiempo en tiempo, emitió ayer una declaración no solamente inoportuna sino torpe. La tendencia a la actuación unilateral que caracteriza al gobierno de Bush se ha transformado en una suerte de segunda naturaleza de su gobierno. A pesar de que EEUU es miembro de la OEA y del Grupo de Amigos, el gobierno de Bush descarta estos organismos multilaterales y procede por sus cojones a meter la pata, de un modo obviamente intromisivo y que sólo sirve para alimentar la delirante fantasía chavista de los marines desembarcando en La Guaira. La infinita arrogancia del megapoder norteamericano no le permite apreciar la sutileza y la discreción a que debería obligarlo la relación con países como los nuestros, que tantas veces han sufrido desde invasiones directas hasta promoción de golpes de Estado por parte de distintos ocupantes de la Casa Blanca y cuyo nacionalismo, por ello, está a flor de piel. Samper se mantuvo en el poder porque tenía al embajador gringo declarando todos los días contra él. Evo Morales de vainita no ganó las elecciones después que el embajador gringo lo atacó. Si es verdad que el nacionalismo es el último refugio de los bribones, ¿por qué darles el chance de que se cobijen en él?