El silencio de los aburridos, por Simón García
Twitter: @garciasim
El silencio político de la mayoría es un desierto de inclemente aburrimiento.
Las causas son varias, pero el trasfondo de todas pisa un mismo hundimiento en la arena, una porosidad de molestia y cansancio que nos presagia que la travesía no tendrá fin.
En esa inmensa calle ciega hemos comenzado a divisar a críticos de la oposición e incluso a importantes dirigentes sociales cuyas esperanzas de salir del hoyo flaquean. Los sostiene saber que sostener una ilusión no es ser ingenuo ni iluso.
Somos Sísifos con grilletes. El gobierno logró un desempate porque supo ganar la mano de la negociación y el forcejeo por la mayoría. Pero el nuevo empate, más catastrófico que el anterior, es el déficit de soluciones por parte de ambos contendores. Ni los que gobiernan pueden resolver los problemas ni los opositores mostrar que sabrían y podrían hacerlo.
En lo inmediato se avizora un horizonte lúgubre: luce cuesta arriba que la oposición pueda encontrar una figura unificadora y una proeza aspirar a que el país se abra a un tránsito del autoritarismo a la plena democracia. Ni el gobierno lo quiere ni la oposición lo busca.
Es por eso que tiene más sentido que nunca incrementar a los comprometidos con una estrategia democrática y electoral para resolver el conflicto entre el poder y la sociedad y con una política de presión a favor de entendimientos por la vigencia de derechos y la progresiva recomposición democrática. Reunir a esas fuerzas de cambio y acordar una visión común de país a 15 años, con un programa mínimo para avanzar hacia esas metas desde las restringidas condiciones actuales. Un tipo de coincidencias con sectores que están dentro de la política y fuera de los partidos, cuyo protagonismo es decisivo para conformar a los que representarán electoralmente a la transición.
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Al observar el abanico opositor encontramos elementos sobre los cuales hay que actuar para modificarlos: 1) interferencias de una fuerte polarización emocional; 2) la convicción de cada parte de poseer la verdad y preservar la pureza moral, pretensiones desmentidas por los hechos; 3) sabotaje de acuerdos y evitación de logros de otro opositor, aun a costa de regalarle un triunfo al gobierno; 4) presencia de patrones autoritarios de conducta en las distintas oposiciones y subestimación del ejercicio de la democracia como componente indispensable de lo alternativo; 5) la difusión social de estilos de conducta prepotentes, burlones y agresivos en detrimento de la generosidad con el otro y la solidaridad con el más débil.
En la lucha por la libertad y la igualdad nos hacemos menos demócratas. En la lucha por la alternativa hay quienes reciclan vicios y subordinaciones a los que la mayoría desea desterrar.
Hay que reforzar el apoyo mutuo entre quienes desde distintos lugares de la oposición, el gobierno y la sociedad quieren abrir una nueva página que supere nuestra esclavitud en el conjunto de cavernas que nos hemos construido.
El futuro, una disyuntiva situada adelante, no puede modelarse con ideas que bloquean los cambios porque no encajan en fórmulas del pasado.
La misión actual de los políticos es romper el aburrimiento de los que padecen la política en silencio. En país necesita abrir salidas.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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