El teletrabajo, un punto intermedio, por David Somoza Mosquera
Holgazanes vs. Estajanovistas. Esos son los dos tipos de trabajadores que, según The Economist, ha producido el confinamiento. “Cuando se trabaja en casa, el jefe está fuera de la vista, pero no de la mente. En términos generales, el resultado es dividir a los trabajadores en dos grupos”, señala en el artículo “Slackers and Stakhanovites”, publicado el 11 de julio.
Los “slackers” u holgazanes, de acuerdo con la publicación inglesa, son aquellos empleados que durante la cuarentena, mientras se puedan salir con la suya, trabajan a un nivel mínimo de esfuerzo. “Hacen lo que se requiere y pasan el resto del día libre, presentando el trabajo justo antes de la fecha límite”.
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La otra cara de la moneda son los estajanovistas, en alusión al movimiento obrero socialista que nació en la antigua Unión Soviética por el minero Alekséi Stajánov.
Este tipo de empleado, al estar en casa, no encuentra una demarcación clara entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre. “Consumidos por la culpa, la ansiedad sobre su seguridad laboral o su ambición, trabajan aún más duro que antes”.
Así como The Economist categorizó a los empleados, la agencia Bloomberg ofrece otros detalles sobre el teletrabajo en esta época. El 3 de agosto publicó el artículo “The Pandemic Workday Is 48 Minutes Longer and Has More Meetings”, basado en un estudio realizado por investigadores de Harvard Business School y la Universidad de Nueva York.
“Desde la ciudad de Nueva York hasta Tel Aviv, la revolución del teletrabajo ha significado mucho más trabajo, según un estudio de 3,1 millones de personas en más de 21.000 compañías en 16 ciudades de América del Norte, Europa y Medio Oriente”, indica la investigación. La conclusión: “Registramos horas más largas. Asistimos a más reuniones con más personas. Y enviamos más correos electrónicos”.
Ambos artículos, sin duda alguna, son reveladores. El aislamiento de los empleados, efectivamente, ha ocasionado un cambio en el modelo tradicional de trabajar. Sin embargo, no ha sido del todo fácil. La adopción del teletrabajo fue realizada sobre la marcha por no pocas empresas. En condiciones normales hubiese implicado una planificación previa, pero en las circunstancias actuales fue necesario improvisar.
Es ahora cuando las compañías están estudiando el impacto del trabajo desde el hogar sobre la productividad, la rentabilidad, los costos, la cultura corporativa y el rendimiento de los empleados, para determinar cómo podrían modificar sus prácticas en el futuro.
Sin embargo, el verdadero efecto de la crisis actual en las relaciones laborales aún está por verse. Mientras expertos investigan si los patrones de trabajo han cambiado permanentemente, por ahora todo indica una expansión del teletrabajo en aquellas actividades que lo permitan.
Queda de parte de las empresas definir cuál modalidad se adapta mejor a sus exigencias y cómo implementarla con éxito. En definitiva, con el teletrabajo ya no se puede improvisar: ni holgazanes ni estajanovistas. Un punto intermedio.
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