El terrorista Chávez, por Teodoro Petkoff
Qué está cocinando el gobierno con este asunto del salvadoreño Chávez, supuestamente capturado en Maiquetía con un plan terrorista en el bolsillo? Todo en este embrollo es capcioso. Desde la manera como un terrorista, supuestamente cómplice nada menos que de Posada Carriles, es capturado entrando al país como un turista común y silvestre, pasando por la «confesión» ante las cámaras de Telesur, que más bufa y grotesca no podía ser, hasta su relampagueante extradición a Cuba, todo lleva a recordar al famoso «testigo estrella» Geovanny Vásquez, traído por ese sujeto al borde del déficit mental, Isaías Rodríguez, para montar la olla sobre el asesinato de Danilo Anderson.
Inmediatamente después de su extradición, se produce la detención de uno de los sospechosos habituales, Alejandro Peña Esclusa, y los voceros oficialistas hablan de una «conspiración» que estarían en trance de develar y debelar. ¡Qué coincidencia! Aquí hay algo podrido y no precisamente en Dinamarca ni en Pudreval. ¿Cómo es que este sujeto, Francisco Chávez Abarca, que confiesa haber venido a cometer crímenes en nuestro país, no es llevado a juicio aquí sino que se lo saca del medio a toda prisa, enviándolo a Cuba?
¿Sería exceso de suspicacia pensar que quisieron evitar lo que pasó con el «testigo estrella», quien confrontado con los medios se enredó en sus propias mentiras y dejó a Isaías como el perfecto bolsa que es? ¿Qué están preparando? ¿Presentar una «conspiración» para ver si por fin terminan de echarle tierra a Pudreval? ¿O, más bien, simular que «descubren una conspiración», con su impepinable plan magnicida, para meter una gente presa y crear un clima de tensión y nerviosismo, dirigido a perturbar las elecciones de septiembre? ¿O es lo que algunos hiperbólicamente sugieren, que se trata del pretexto para suspender las elecciones? ¿Tan perdidos se sentirán? Que lo adivine el pulpo. Lo cierto del caso es que nada de esto puede ser gratuito. Desde medios oficialistas se deja correr la bola de que hay una «lista» de candidatos para ir a parar al Helicoide, presumiblemente «delatados» por el salvadoreño como «cómplices» de sus torvos planes. ¿Estamos en vísperas de una razzia contra los adversarios del Gobierno? Sin embargo, la tramoya es tan burda, tan chambona, que parece de factura endógena, pero como no es un secreto lo de los «asesores» cubanos, es forzoso preguntarse si es que el famoso G2, que ha batido a la CIA en su propio terreno, ya no es lo que era y está tan decadente y averiado como se vio al «caballo» Fidel en su última resurrección. Porque a esta operación se le ven las costuras sin necesidad de anteojos. Pareciera asesorada por el mismísimo Isaías Rodríguez, con la colaboración de Gerson Pérez, el promotor del busto de Fidel.