El voto o la vida, por Teodoro Petkoff
¿Cómo calificar la decisión de Chacumbele de negar los recursos financieros al hospital Pérez de León con base en el «argumento» de que se trata de un centro asistencial en manos de una alcaldía «escuálida»? No hay palabras. Aunque remedió rápidamente la metida de pata, no lo hizo porque se dio cuenta de la burrada que había dicho sino porque alguno de sus sirvientes le advirtió que ya ese hospital está en manos de la administración central desde que tuvo que quitárselo al inútil de «Papi-Papi», quien durante nueve años fue incapaz de terminar la obra, y los reales se perdieron. O sea, no modificó el criterio. En su mente, Chacumbele mantiene la idea sectaria y abusiva que motivó su primera reacción.
En su cerebro continúa atornillada la conseja miserable de que gobernadores y alcaldes que no comulguen con la hostia roja no tienen derecho a recibir los recursos que por ley les corresponden. En verdad no hizo nada nuevo. Es el mismo aplique de que hizo víctima al alcalde Ledezma, al despojarlo de su presupuesto y de sus atribuciones, lo mismo que parcialmente llevó a cabo con los gobernadores que no se le cuadran ni le lamen las botas.
Pero, en honor a la verdad, nunca había sido tan abiertamente cínico, tan confesamente arbitrario. Lo más desvergonzado de su argumento para el fallido arrebatón a la Alcaldía de Petare fue que «no entrega los reales porque se los roban».
Uno lo oye y no puede creerlo. ¿Chacumbele acusando de ladrones a sus opositores? Este régimen de pillos, muchos de cuyos funcionarios se han llevado hasta los clavos de las puertas de sus oficinas, que acaba de protagonizar el escandaloso atraco a la nación que fue Pudreval, que ha fabricado millonarios de la noche a la mañana con cada emisión de bonos de deuda, en el cual hasta a la propia familia del Presidente le cuesta trabajo disimular su fantástico cambio de status económico, este régimen de salteadores de caminos, repetimos, tiene los riñones de señalar en otros la que constituye la mácula indeleble de sus once años de gestión: el saqueo implacable, torpe, apremiante del erario público.
Pero, no nos engañemos. No fue un lapsus . Lo que pretendió hacer con la Alcaldía de Petare, negándole el dinero para terminar el hospital Pérez de León, no fue casual. Fue la confirmación de un estilo de gobierno. Desde hace once años, Chacumbele gobierna sólo para una parte del país. Ignora y desprecia a la otra.
No es el Presidente de todos los venezolanos. Desde que asumió el mando dejó claro que se proponía dividir y polarizar al país y, para desgracia nuestra, lo ha cumplido. Lo de Petare fue un recordatorio que tiene también su piquete electoral.
Quiere que la gente crea que quien no vote por sus candidatos no recibirá ni pan ni agua del gobierno central. Se trata de una gigantesca operación de chantaje. Chacumbele, simplemente, trata de extorsionar al país. Es la misma técnica del secuestro exprés.