Elecciones de pacotilla y la chulería política, por Beltrán Vallejo

Mientras el venezolano amanece todos los días más pobre que 24 horas antes, más pobre que el mes pasado, y 5 veces más pobre que el año pasado, el régimen de Maduro, en el plano de su maldad, pretende convocar unas elecciones parlamentarias como refrito de la pantomima electoral del 20 de mayo, esa que nos llevó a la rabieta que estamos viviendo, y cuyo resultado será más golpes al estómago del venezolano, pero que para algunos políticos de deslucido oficio significará un gran negocio en eso de adornar con un barniz de supuesta pluralidad otro hecho delictivo de elecciones a la medida del régimen.
Ahora, cuando una ve estas maniobras que pretenden causar confusión en la sociedad venezolana, y especialmente dentro de la inmensa opinión de ciudadanos que no quieren que esa élite siga saqueando a la nación, se aprecia que a Maduro no le preocupan las calamidades que aquejan al pueblo
¿Es que acaso estas carantoñas políticas son prioritarias para una Venezuela bajo un fenómeno hiperinflacionario como el que está viviendo? ¿Es que una jugada de este tipo le servirá al propio Maduro cuando de antemano sabemos que contará con record de no participación, y que tampoco serán dichas elecciones reconocidas por un sinnúmero de países, ni por el sistema económico que predomina? Entonces, ¿pa’qué carajo las quiere hacer Maduro y su combo?
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Quien escribe tiene tiempo participando en elecciones, en todas sus trincheras de lucha política y técnica—tanto es así que no me importó perder mi primer voto en el lejano año de 1.993 cuando sufragué por Gabriel Puerta—; por lo que en eso de reconocer el valor del sufragio y de la participación electoral, nadie me puede dar lecciones. Lo que pasa es que estoy claro de que el régimen, a raíz de la paliza que sufrió en las elecciones del 2.015, decidió acabar con todo vestigio de respeto institucional, comenzando con la malandrada de quitarle al Amazonas sus diputados, pasando por la movilización tecnológica de votantes en vísperas de las elecciones de gobernadores del 2.017, que faltando menos de 48 horas fueron mudados de su centro de votación, y pasando por el caso de Andrés Velásquez en esa misma elección, quien con las actas de totalización electrónica en las manos, que le daban la victoria en el Estado Bolívar, no pudo asumir sus funciones porque el CNE proclamó al que perdió, ¡así de simple!; y después, lo de las cifras infladas de Tibisay para la ANC, y la fiesta del abuso cuando la pantomima del 20 de mayo del 2018.
Con todo eso, quiero decir que el voto hay que recuperarlo como fuente de la democracia y no contribuir con su patología, que es lo que haríamos corriendo a decirle “sí” a los circos electorales; ¡eso es como faltarle el respeto al logro cívico que se consiguió después de años de lucha, un 14 de diciembre de 1.947, cuando se eligió al escritor Rómulo Gallegos como Presidente de la República.
Como comentario: vi al amigo Claudio Fermín y al señor Juan Barreto argumentando, porque son buenos “argumentadores”, el por qué hay que participar en las fanfarrias de sufragio. Sólo les recomiendo que no les luce pintarse como “una nueva forma de hacer política”; en verdad les queda mal
Si ellos son una “nueva forma de hacer política”, pues entonces yo soy el hijo de Armstrong, el primer astronauta que pisó la luna, que por cierto el pasado 20 de julio se cumplieron 50 años de tal hazaña de la humanidad.