El Gran Embustero, por Simón Boccanegra
En su último mensaje a la nación, sin tener mucho que decir de la economía de su país, cuyo panorama luce bastante sombrío, George Bush se regodeó en sus supuestos éxitos en la guerra de Irak. Desde luego, no hizo la más mínima referencia a la manera como sumergió a su país en esa aventura desastrosa, sobre todo para el pueblo iraquí, pero también para los Estados Unidos, cuyo prestigio en el mundo nunca había caído a niveles tan bajos.»Olvidó» que las tropas gringas llegaron a Irak después de dos años de una política deliberada y descaradamente dirigida a engañar al pueblo norteamericano y al resto del planeta, basada en el uso descarado de la mentira como principal instrumento. Un estudio reciente revela que el Presidente de Estados Unidos hizo, entre 2001 y 2003, 232 afirmaciones falsas respecto de las supuestas «armas de destrucción masiva» que tendría Irak y otras 28 acerca de las supuestas conexiones de Hussein con Al Qaeda. Como se sabe, ni una cosa ni la otra resultaron ciertas, pero lo grave es que Bush lo sabía y a plena conciencia mintió obscenamente. Colin Powell, entonces secretario de Estado, a pesar de que, como también se supo después, estaba en contra de la invasión, no tuvo empacho en mentir 244 veces sobre las «armas de destrucción masiva» y 10 más sobre la «connivencia» con Al Qaeda. Rumsfeld, secretario de Defensa, hizo 109 declaraciones falsas. Hubo un gran total de 935 embustes proferidos por los más altos funcionarios del gobierno de Bush, incluyéndolo a él mismo. Con razón el partido Republicano va rumbo a una de sus peores derrotas electorales en la historia del país. Es que, definitivamente, como dijera Lincoln, no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo.