«Emigro porque volvió a ganar Maduro, uno tiene que buscar mejorías»: la huída no cesa
Especialistas en migración consideran que la salida de venezolanos desde su país se mantendrá, aunque de forma más graneada, principalmente tras la juramentación de Maduro, pese a que en la actualidad las naciones han impuesto más trabas para la regularización de estos ciudadanos. Una especialista de la Universidad del Rosario (Colombia) apunta que urgen medidas con enfoque en derechos para abordar el tema de manera regional y brindar opciones
Carmen Almeida decidió cambiar La Guaira por Perú inmediatamente después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) diera como ganador de las elecciones presidenciales a Nicolás Maduro para un tercer mandato. «Emigro porque volvió a ganar Maduro, quizás si hubiese ganado la oposición no hubiese sido esta la decisión, pero uno tiene que buscar mejorías», afirma.
Es la primera vez que Almeida saldrá del país y lo hará con sus cuatro hijos y con su pareja. Se va a Lima porque allá vive su padre y la esposa, quienes les ayudaron económicamente para costear los gastos del viaje, le ofrecen recibirlos en su casa y hasta prometen puestos de trabajo, además de gestiones para que los niños vayan a la escuela.
Estudios de opinión encontraron que luego de las elecciones del 28 de julio, la intención de migrar de los venezolanos alcanzó 40%, antes de los comicios la cifra estaba en 30%. El incremento demuestra la preocupación en los ciudadanos por la situación política y económica del país, especialmente tras la juramentación de Maduro.
Aunque la salida de venezolanos del país no ha parado en los últimos años, el investigador del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) Carlos Lusverti afirma que «existe una altísima probabilidad de que frente a un escenario económico que parecería no mejorar y que las violaciones de derechos humanos continúen, ese escenario de movilidad de personas continúe incrementándose como ocurrió en el último semestre de 2024″.
La razón principal para migrar que Almeida expone es la económica. Detalla que ella no trabaja, su esposo solo gana $90 mensuales a través del bono de guerra económica que otorga Nicolás Maduro a trabajadores activos y jubilados del sector público y que afirma que son insuficientes para mantenerse viviendo en Venezuela.
«Ya mi papá me sacó los papeles que necesito en Perú. Llegaré trabajando con la mujer de él como asesora de ventas, mi esposo como mototaxista junto a mi papá, y los niños comenzarán las clases en marzo», refiere la mujer de 31 años de edad.
Carmen Almeida cuenta que saldrá la primera semana de febrero, desde La Bandera, en Caracas, en un tour que se ofrece en este terminal terrestre, que le garantiza los transbordos a través de los 4.348 kilómetros que hay entre las dos ciudades y los tres países que deben cruzar.
Añade que ese paquete cubre las comidas, chips de teléfonos para estar comunicados y noches en las ciudades donde deban pernoctar por $295 por pasajero.
Pese a que muchos venezolanos salieron del país tras elecciones y el aumento de la represión ordenado por Maduro contra opositores, y en Colombia y Brasil se reportaron incremento en las entradas de esta población, María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, comenta que en la actualidad, «algunas organizaciones que están en frontera han manifestado que no han visto un cambio abrupto en el ingreso de población venezolana».
Tras la elección presidencial del 28 de julio, en la que el Consejo Nacional Electoral proclamó a Nicolás Maduro sin mostrar las pruebas, la represión y la persecución por parte de organismos del Estado contra quienes disienten se han incrementado y aún se mantienen, factores que la investigadora Robayo considera clave en los nuevos perfiles de quienes están saliendo de Venezuela: «Dentro de esa migración que está, vienen, de manera visible, unos perfiles que efectivamente son perseguidos políticos, con distinciones muy claras, que necesitan protección internacional y muchos de ellos no están solicitando refugio en Colombia», expone.
De la misma manera, dice que «es difícil predecir que vaya a haber o no un pico luego del 10 de enero», día en que Nicolás Maduro juró para un tercer periodo (2025-2031), porque a esta toma de posesión hay que sumarle la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y sus medidas en contra de los migrantes.
Para María Clara Robayo es esencial también observar cómo se comporta el tema de las sanciones de EEUU sobre el nuevo mandato de Maduro y sus efectos sobre la población. Sostiene que si las sanciones «van a ser individualizadas a personajes directamente del régimen» no afectarán a los ciudadanos, pero enfatiza que si llegan a ser sectorizadas, que afectan las condiciones de vida de las personas, podría generarse un movimiento en masas.
Más complicado migrar
Alrededor de ocho millones de venezolanos han salido de Venezuela, principalmente la población más joven, según la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU; y este es un fenómeno que continúa y aunque los especialistas consideran que no se verán flujos masivos como en los años 2017, 2018 y 2019, se espera que la salida de estos ciudadanos de su nación sea de forma más graneada porque en la actualidad es más difícil migrar.
Gabriel Blanco, un deportista de 34 años de edad, tenía en planes de salir del país en busca de mejores oportunidades y aunque no tenía una ruta certera de a dónde ir, había pensado mudarse a Ecuador o Estados Unidos (por el Darién), luego de que conocidos en esos países lo incentivaran a irse para mejorar sus ingresos económicos. No obstante, tras la llegada de Trump al poder y sus amenazas hacia los migrantes, frenó sus planes y también pausó el viaje a Ecuador.
Muchos de los países de la región han impuesto visas y otros requisitos a veces difíciles de cumplir en comparación a años anteriores, haciendo más complicado el proceso de migración para los venezolanos.
En este sentido, la investigadora María Clara Robayo detalla que en la medida en que se cierran las fronteras entre México y EEUU y sigan las deportaciones masivas, «se van a reconfigurar los flujos migratorios venezolanos en la región, generar nuevos destinos o fortalecer destinos que históricamente han existido».
Suma que con este último escenario, «Colombia tiene implicaciones enormes», bien sea porque los venezolanos decidan quedarse en este país o porque va a pasar a ser un lugar de tránsito que requerirá «tener políticas públicas para personas en condiciones muy difíciles».
Aunque Robayo afirma que la situación no es muy clara con respecto a este tema, señala que «estamos en un momento muy sensible, en donde puede cambiar el panorama migratorio para los venezolanos».
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima, de acuerdo con sus estudios, que para este año el número de migrantes venezolanos alcance 8,4 millones.
*Lea también: “Se me aguarapó el corazón cuando me enteré de que Trump canceló el CBP One”
Urgen medidas
«El mensaje que está dando Estados Unidos frente a la migración es muy nocivo para la región», afirma la investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, quien apunta que urgen medidas regionales para abordar este tema.
«¿Qué canales de regularización estamos dando a los migrantes, sobre todo la emigración venezolana, que es la que es más numerosa?», se interroga María Clara Robayo, para recordar que países como Colombia, Perú y Chile, por nombrar algunos, han disminuido las políticas de regularización para los venezolanos.
A su juicio, se «requiere que tengamos un diálogo regional, no solamente de mostrar una postura frente a Estados Unidos, sino de saber qué vamos a hacer con la migración que sí o sí está acá y que requiere efectivamente políticas de regularización». Enfatiza que las medidas que deben tomar las naciones deben enfocarse en derechos, enfoque de regularización, de integración y de desarrollo hacia la región.
*Lea también: Asesor de Trump dice que Maduro debe aceptar vuelos de deportación de migrantes
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.