Empeñar la vida, para pagar la muerte
Enterrar a un ser querido se ha convertido en un lujo que pocos pueden pagar y ni siquiera los seguros blindan a los deudos en momentos difíciles. Prácticas de otro siglo, como el entierro en la propia casa, comienzan a convertirse en una solución a la crisis para las familias con menos recursos
Autor: Mabel Sarmiento @mabelsarmiento | Crónica Uno
La muerte es lo más seguro en esta vida. Lo que no es seguro es que se cuente con el dinero que se necesita para un servicio funerario en los tiempos que corren en Venezuela. Quienes no tienen recursos para enterrar a sus familiares “empeñan” la vida para completar la suma que se requiere.
El servicio más barato cuesta 12 millones de bolívares, de acuerdo con las cifras que suministra Antonio Quijada, encargado de una agencia funeraria en Caracas. El ataúd más económico no baja de 4 millones de bolívares.
El dolor por el fallecimiento de un familiar se combina con el estrés y la angustia de no disponer del capital para dar el último adiós.
Lo que parecía una leyenda urbana está empezando a ser una realidad: gente que improvisa urnas con cartón y otros materiales y abre una zanja en la propia vivienda para sepultar a sus allegados.
En Falcón, según el concejal del municipio Federación, Eduard Morales, hay un caso reciente, dramático. Una mujer, habitante de un caserío cercano a La Sierra Falconiana, murió por desnutrición. Sus familiares buscaron ayuda por todos los medios, pero al no encontrarla construyeron una caja y abrieron una fosa en su propia casa. “La Alcaldía no dio la asistencia requerida, y nosotros hicimos lo posible para conseguir un cajón de madera. Sucede ahora que las funerarias no dan auxilio porque el Gobierno les debe plata, pero tampoco el municipio aporta donaciones. No tienen ni para las velas ni para el café”, dice Morales.
Datos que ha levantado el concejal en la zona indican que en las últimas semanas se registraron casos de cinco familias que han tenido que ir de un lado a otro en busca de urnas. Hace pocos días mataron a un joven y sus deudos tuvieron que afrontar el mismo ruleteo.
La gente de escasos recursos no tiene cómo realizar los entierros y no es justo que lo único que le estén ofreciendo sean bolsas negras y que tengan que enterrar a sus muertos en casa. Pedimos al alcalde oficialista Castor Díaz que atienda esta situación, pues se puede incluso presentar una emergencia sanitaria. Esas no son las condiciones para resguardar un cadáver”, dijo.
Finalmente, la mujer no tuvo que ser enterrada en el agujero que abrió su familia, pues el concejal gestionó un terreno en el cementerio municipal.
Una noticia similar fue difundida hace poco en redes sociales y publicada por el Diario de Los Andes. Aunque parecía un cuento del siglo XIX, ocurrió en diciembre pasado en el sector La Peñita, parroquia Niquitao, en Boconó, estado Trujillo: una familia enterró a su hijo en el patio de la casa por no tener dinero para pagar los gastos funerarios.
El niño, de 2 años de edad, murió a causa de parasitosis intestinal, según la historia reseñada por el periódico. Debido a que los padres no contaban con recursos para el entierro, hicieron una urna de madera con tablas y cavaron la fosa en el patio de la casa. Sin embargo, la Alcaldía les negó el acta de defunción, por no cumplir con los procedimientos habituales, y tuvieron que someterse al interrogatorio del Cicpc y acceder a que al cadáver le hicieran la autopsia en el Hospital Pedro Emilio Carrillo de Valera.
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