Empleados empoderados, empleados comprometidos, por David Somoza Mosquera
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Como bien se sabe, las empresas vienen enfrentándose a rápidos y continuos cambios: ciclos económicos, vaivenes del mercado, alta competitividad ante la globalización, nuevas demandas de calidad y servicio y una actividad muy intensa a lo interno. Y ahora se le suma la pandemia, que ha traído consigo a lo largo de este año una serie de cambios sumamente agresivos que han puesto a prueba a las compañías, generando nuevos retos que las obligan a ser más eficientes.
Esto significa que han tenido que adaptarse y aprender nuevas maneras de realizar sus operaciones, ya que las formas de gestionar el negocio y los equipos de trabajo también se han visto impactadas por la crisis sanitaria. Por ejemplo, empleados que antes compartían el mismo espacio físico, ahora tienen que coordinarse a remoto y si antes se utilizaba el cumplimento del horario como una medida desempeño, en estos momentos no es viable.
Cambios como los descritos anteriormente han llevado a las empresas a aumentar la confianza en su personal. El propósito es que los trabajadores se “empoderen” y se apropien más de sus responsabilidades y de las decisiones que deben tomar, siempre en función de lo que es mejor para el negocio.
Ahora, el empowerment o empoderamiento no es una estrategia gerencial nueva. En los últimos años ha sido adoptado por algunas compañías debido al impacto que tiene sobre los resultados corporativos, al traducirse en mayor productividad, calidad, eficiencia, rentabilidad, pues se trata de aprovechar al máximo las competencias y habilidades individuales de cada uno de los empleados.
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Como parte de esta filosofía empresarial, el líder delega autoridad a sus empleados. Es decir, la toma de decisiones ya no depende de una sola persona, la idea es que los trabajadores tengan la potestad de llevar a cabo sus labores cotidianas con autonomía, lo que aumenta su compromiso y confianza hacia la empresa. Además, a través del empoderamiento la compañía les otorga a sus empleados la tecnología e información necesaria para que hagan uso de ella de forma óptima a fin de alcanzar las metas y los objetivos propuestos.
Las empresas que han asumido esta filosofía argumentan que “no hay nada más productivo que un trabajador motivado”. También destacan que el empoderamiento de los empleados las hace más competitivas no solo porque están más estimulados, sino porque al ellos poder actuar de forma inmediata las decisiones son mucho más rápidas, lo que repercute positivamente en el negocio.
No hay que perder de vista que en estos tiempos que corren es crucial para las compañías contar, precisamente, con trabajadores comprometidos y dispuestos a sacarle el máximo partido a sus capacidades y conocimientos bien sea a través del empoderamiento u otro mecanismo o herramienta. Lo importante es que tenga la oportunidad de dar lo mejor de sí y obtener un mayor rendimiento.
Pero como siempre he dicho, la última palabra la tiene cada empresa y el modelo gerencial que se adopte para incentivar al personal dependerá de su misión, visión, cultura y valores.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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