En cada cabeza un mundo, por Carlos M. Montenegro
El refrán “cada cabeza es un mundo”, es aceptado como cierto por la mayoría de la gente, y no seré yo quien discrepe, pues solo así se explica que desde que al creador el sexto día de aquella semana tan importante (la primera semana de la historia) se le ocurrió hacer del barro un hombre y de su costilla una mujer, el refrán aludido tenga vigencia.
Siendo apenas dos, como dice el Génesis, ya no pensaban lo mismo, eran mundos diferentes, tanto así que por desobedecer al supremo hacedor mientras descansaba del esfuerzo de la semana, y ni tampoco pararle bolas a los consejos del su “costilla”, estamos viviendo donde vivimos y de esta guisa. Podríamos estar peor, pero convendrán conmigo que tampoco es como para lanzar al vuelo las campanas.
Según la ONU en 2017 éramos unos 7.500 millones largos de personas, imagínense, casi 8.000 mil millones de cabezas, contando solo las de humanos y humanas, como dicen algunos; por lo tanto no debiera extrañarnos tanto que ni Dios sea capaz de ponernos de acuerdo. Vamos, que ni rezándole.
Cuántos no nos habremos topado probablemente con personas convencidas de que sus ideas son únicas y peor aún, que son las correctas. Aunque sabemos que no es así, pues cada quien piensa diferente a los demás, y ejerce su derecho a expresar sus pensamientos por medio de esa mágico don que tenemos de pensar.
Como los pensamientos se elaboran en el cerebro, ya saben, ese órgano instalado en la cabeza, y dado que cada cabeza es un mundo, pues esa debe ser la causa de que nuestro babeliano planeta esté como está.
No debe ir muy lejos para comprobar de forma práctica mi enmarañada teoría. Venezuela es un ejemplo de andar por casa de lo surrealista y loco que está nuestro atrabiliario planeta; me he ido informando durante mis frecuentes excursiones radiofónicas, casi siempre nocturnas, saltando de país en país gracias a las facilidades y recursos que ofrece la nueva liturgia llamada web y todas sus apps sustitutas del tradicional “zapping” y poder localizar en la “nube” todos los medios de información que este régimen nos escamotea, sacándolos del aire.
Estamos en un país que, según las encuestas más serias, indica que del personal que lo habita, más del 80% desea terminar con el actual sistema político cuanto antes. Por otro lado, de los sopotocientos partidos políticos existentes, apenas dos o tres apoyan al gobierno de facto. El resto, por medio de sus más preclaros líderes unánimemente proclaman a coro que “esto” se acaba de un momento a otro, y ya han empezado a contar los pollitos, aunque la gallina aún no ha puesto ningún huevo.
Cuando todo eso gentío que, según las encuestas, no quieren ver ni en pintura a los del actual siglo con números romanos, inquieren a sus líderes con el típico: “¿y n’tonces?”, comienza el cuento de nunca acabar; ahí todos atropellándose nos explican que: bueno, lo que pasa es…, hay que medir muy bien…, la prisa no es buena consejera… Y así cada cabeza se destapa, revelando su mundo y nos muelen a sanatas*. Qué les voy a contar que ustedes no sepan.
Y ni se les ocurra pasearse por los 50 y tantos países que han reconocido al legal gobierno interino, aún es peor, porque todos los líderes que dan fe de cuánto quieren que los del “desastrismo del siglo XXI” se vayan; pero a la hora de que se les dice el consabido: ¡ajá! y ¿n’tonces? Vuelven a asomarse los mundos de cada cabeza y nos cuentan que si la mesa está llena de opciones (nadie las toque), o sea que todos nos apoyan en esto y en aquello y mucha paz para el pueblo. Total, que bla, bla, bla y demás blablás.
Como va de refranes, recuerdo haber oído en mi casa aquél de: “mucho te quiero perrito, pero pan, poquito”. Espero que sepan disculpar mi tosco empirismo, pero es que son años y años viendo reaccionar siempre lo mismo a lo que hace el régimen, que también es siempre lo mismo.
Y mientras tanto, pues la casa sin barrer…. Ya verán que al final todo se resolverá como siempre: por el libro.
Sin óbice ni cortapisa
La noticia es digna de quien la informa: el presidente de facto, en modo emprendimiento, anunció que ha asignado 50 millones de euros (porque el dólar dice que ya no sirve), para adquirir insumos con los que en los talleres de costura habilitados en Fuerte Tiuna se confeccionarán cientos de miles de uniformes militares usando tecnología totalmente endógena. No informó si el patronaje será ruso, chino, o de algún modista criollo. Se especula que una tropa bien vestida se crece en autoestima, valor y eficacia. Cuesta creerlo, pero podría ser que el jefe del imperio se lo piense mejor, cancele la invasión y se regrese a su país con el rabo entre las piernas, por si acaso.
Por otro lado, no es mala la idea, pues con algo de adiestramiento muy bien podrían las FFAA convertirse en exportadores de moda castrense bolivariana Prêt-à–porter.
* Sanata. Género humorístico inventado por el comediante argentino Fidel Pintos, que consistía en monologar largamente con murmullos y palabras inconexas y sin sentido, pero manteniendo la postura y dando la apariencia de que se trata de pensamientos profundos y coherentes. En lunfardo porteño es la forma de hablar confusa e incomprensible, en la que se expone un argumento sin sentido ni ideas claras; una manera de hablar sin decir nada, pero con el fin de que el interlocutor piense que se ha dicho algo.