En defensa de Covax, por Gustavo J. Villasmil-Prieto
Twitter: @Gvillasmil99
El régimen otra vez patea la mesa y con ella al mecanismo Covax para la procura de la ansiada vacuna contra la covid-19. El chavismo y su talentosa maquinaria de manipulación tomaron el rábano por las hojas alegando la pretendida inseguridad del producto elaborado por la casa AstraZeneca, que por sí solo es el 60% o más de toda la oferta mundial de la vacuna provista por Covax. De nada valió que el 17 de marzo la propia OMS/WHO hiciera las aclaratorias del caso y ratificara la inclusión de la vacuna británica en la cesta a ofrecer por esa vía. La cosa estaba ya sentenciada.
Al rechazo a la vacuna de AstraZeneca y, por ende, al mecanismo que permitiría traerla masivamente al país subyace la clara intención de dinamitar una gestión en la que Juan Guaidó puso su mejor empeño.
Alrededor de Covax se convocó a todo el mundo, solo que al chavismo no le gustó esa foto con tanto experto y sociedad científica metida allí, pidiendo números. Quiso otra y la tuvo. Fedecamaras corrió a proporcionársela. Ahora, y a falta de un plan nacional de vacunación, en Venezuela declararemos un laissez faire sanitario para que cada quien se procure la solución que mejor le parezca. Cosa insólita, posiblemente única en el mundo: en un año de epidemia, pasamos del «quédate en tu casa» al «vacúnese quien pueda».
Los privados se echan la mano al bolsillo para comprar —si es que alguien se las llega a vender— seis millones de vacunas de las marcas que al régimen gusten. Aspiran con ello, según se lee en comunicado oficial difundido en ocasión de su rueda de prensa del jueves 25 de marzo, a atender las necesidades de sus «trabajadores y demás beneficiarios» (sic), comprometiéndose a donar al Estado, por aquello de la «responsabilidad social», el 20 % del lote. Hasta aquí llegaron aquellos grandes programas sanitarios de otros tiempos que en Venezuela nacieron inspirados en el principio de la universalidad del derecho a la salud. En adelante, tal parece que aquí nos dedicaremos a confeccionar listados.
Con «montar» una lista será suficiente. No nos extraña en un país en la que las listas han operado para todo por más de dos décadas, lo mismo que para la asignación de dólares preferenciales —cuando los hubo— que para conseguir hoy una bombona de gas doméstico, una caja de comida, un documento de identidad y, últimamente, hasta una cama de hospital. Felicitamos de corazón a los que logren ser incluidos en ella. Sea como fuere, estarán accediendo al inmenso beneficio de ser vacunados, ya con la fórmula rusa o con la china, no importa. Porque la mejor vacuna es la que se consiga y la peor la que no. Eso sí: ellos serán, en todo caso, los menos.
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La inmensa mayoría de los venezolanos no figurará ni en esa ni en ninguna otra lista. Así las cosas, es muy posible que el joven dependiente del restorán de comida rápida cercano a mi casa se vacune antes que su abuela o que los médicos de los hospitales rurales de Barlovento, por ejemplo, agobiados por el imparable ascenso de la covid-19 en aquellas olvidadas tierras de Miranda.
Paradojas todas propias de un país en el que la degradación de lo público vació de contenido el pensar en el «nosotros» e impuso como norma el pensar en el «yo».
Mala estrategia esa tratándose de una epidemia, a cuyos estragos imagino no pretenderá escapar nadie presentando su carné de empleado corporativo. He perdido la cuenta de cuántos enfermos de covid-19 amparados por pólizas dizque de «oro» y de «platino» andan a estas horas, con su tos y su disnea, suplicando por una silla en alguna clínica u hospital en el que los puedan recibir. Lo dijimos en su día y hoy lo ratificamos: en ninguna epidemia hay ganadores ni clientes «prémium». Todos podemos resultar siendo los grandes perdedores en esto. No habrá prevención posible ni para mí ni para los míos si no la hay, al mismo tiempo, para todos los demás.
Nuestro deber de médico y de ciudadano nos llama a ejercer una defensa radical de Covax en tanto que mecanismo idóneo para el acceso a la vacuna contra covid-19 en volúmenes que permitan su masificación a la brevedad posible en Venezuela.
Al así hacerlo no se dirá que obedecemos a intereses distintos a los de la salud del venezolano de a pie, a cuyos infortunios ahora se agrega la pandemia. De la OPS/PAHO hemos sido acérrimos críticos durante muchos años y por razones muy justificadas. Con AstraZeneca ninguna relación sostenemos ni hemos jamás sostenido y en cuanto al señor Guaidó, ni somos ni hemos sido nunca cercanos a él ni a su partido y si aceptamos la comisión que se nos encargara a principios de la epidemia, la misma la dimos por concluida el pasado 5 de enero.
No hay soluciones «VIP» ante la amenaza de covid-19. Salir del mecanismo Covax es un error y hacerlo argumentando la supuesta inseguridad de su principal vacuna es un disparate. Pero decimos más: hacerlo para favorecer a socios comerciales preferentes o a particularidades es algo mucho peor que todo eso. Es un crimen.
Gustavo Villasmil-Prieto es Médico-UCV. Exsecretario de Salud de Miranda.
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