En Sidor y Ferrominera para trabajar hay que callar
La nómina de Sidor está compuesta por unos 13.600 trabajadores. Por la pandemia, están fuera de planta cerca de 8.000 trabajadores, bajo condición de no requeridos o por jubilaciones forzosas, como la que le aplicaron tras denunciar las condiciones de la empresa
El clima de persecución contra los trabajadores de las empresas básicas se ha acentuado tras el arresto o amenazas contra dirigentes sindicales y la llegada de la pandemia por covid-19. Trabajar en la Siderúrgica del Orinoco Alfredo Maneiro (Sidor) o en Ferrominera del Orinoco implica un pacto de silencio entre el trabajador y el patrono sobre las condiciones de ambas industrias.
En ambas empresas, al igual que en la Briquetera del Orinoco, Venalum y otras subsidiarias de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) se han aplicado dos figuras para clasificar a los trabajadores: los requeridos y no requeridos.
Un requerido es aquel que actualmente trabaja en la empresa, bajo un sueldo que no conoce debido a que no se entregan los listines de pago desde octubre de 2018, explica César Soto, delegado departamental de Sidor.
Los no requeridos, como Soto, son aquellos trabajadores que esperan en sus casas el llamado para ser reincorporados a sus puestos de trabajo. Solo perciben un 25% del sueldo de un requerido, por lo que tampoco sabe cuánto debería cobrar.
«En Sidor no te entregan los listines de pago. Tú le preguntas a cualquier trabajador cuál es su sueldo actual y no te lo puede decir porque sencillamente no sabe. Lo que están haciendo es que trabajan con una caja chica. Dinero que entre, se reparte entre los trabajadores que están activos, además de algunos bonos por trabajo o alimentación», comenta Soto.
Nosotros tenemos una base salarial que debe ser respetada, no es medio petro o lo que quieran imponer, afirma Rubén González, secretario general de Sintraferrominera. «Sobre la cesta alimentaria y la básica hay que hacer los cómputos respectivos para determinar lo que le corresponde a cada trabajador».
Trabajar bajo el silencio
La nómina de Sidor está compuesta por unos 13.600 trabajadores, estima Carlos Ramírez, coordinador del Comité de Seguridad y Salud Laboral de Sidor. Por la pandemia, están fuera de planta cerca de 8.000 trabajadores, bajo condición de no requeridos o por jubilaciones forzosas, como la que le aplicaron tras denunciar las condiciones de la empresa.
En el Movimiento Unidos por la Conciencia contabilizan al menos 100 jubilaciones forzosas desde julio de 2021. Por 35 años de servicio a Ramírez le estimaron 500 dólares, y cobrará 35 bolívares por el tiempo dedicado a la empresa.
«¿Quién come con eso? Yo quiero saber si el ministro (José) Biomorgi, Nicolás Maduro o su familia comen con 35 bolívares al mes. Eso es una burla a los trabajadores», afirma.
#8Feb | «El trabajador se está empoderando de los procesos productivos, va más allá de lo reivindicativo hasta asumir los procesos administrativos, de comercialización», manifestó el Ministro @Jose_Biomorgi #ProducirEsVencer #PatriaLibreYSoberana pic.twitter.com/RYKpGBapjw
— Ministerio de Industrias y Producción Nacional (@IndustriasVE) February 8, 2022
Denunciar la falta de dotación o accidentes laborales también alejan a los trabajadores de sus puestos, así lo confirman Ramírez, César Soto y el dirigente Rubén González.
Desde 2010 en Sidor no se entregan implementos de seguridad como señala la contratación colectiva: cinco camisas y tres pantalones cada seis meses. «Las botas las entregan una vez que sufren desgastes. Los trabajadores de Sidor trabajan con reciclaje de mascarillas, los obligan a trabajar sin botas y el que se niegue a trabajar es sustituido», asegura Soto.
En Ferrominera trabajan poco más de 7.000 trabajadores tras la disminución de la fuerza laboral por la pandemia de coronavirus, dice González. Pero a pesar de que hay una gran cantidad de trabajadores en sus casas, al igual que en Sidor y otras empresas básicas, se ha seguido contratando e incorporando nuevo personal a través de la Misión Gran Chamba Juvenil.
«Es personal que muchas veces no tiene preparación. Nosotros estamos en nuestras casas esperando que nos llamen, queremos trabajar, pero eso sí, para la empresa no podemos denunciar nada de lo que sucede allí adentro», reitera Soto.
Un trabajador que pretende ser incorporado de nuevo a su puesto de trabajo tiene que pasar por un «filtro», explican los sindicalistas. Se les entrega un pico, una pala y una franela para la limpieza de calles y avenidas. Pasado un mes «y si dan la talla» se les regresa a su posición dentro de la empresa.
Rubén González dice que «los trabajadores se enfrentan a una situación anormal pero deben arriesgarse para ganar ese poquito de salario y alimentar a sus familias. No hay seguridad, no hay dotación, no hay herramientas, no hay nada, pero lo que te dicen los directores es que tienes que quedarte callado porque sino te sacan a no requerido».
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