Encubrir la corrupción, por Simón Boccanegra
Con lo de Pudreval Atila ha resultado el gran encubridor de la corrupción. Cuando minimiza el escándalo pretende dejar en la oscuridad las sospechas que han despertado las trácalas de Bariven en las compras de alimentos en el exterior. Tiene que estar informado de las vagabunderías cometidas con esas compras y de cómo dejar perder la comida ya no importaba porque los corruptos ya habían cobrado su comisión. Su preocupación era meterse los reales, no distribuir alimentos. Si para él esto fue apenas un «error», entonces no se puede concluir sino que trata de disimular la corrupción que acompaña esos actos. Si la terrible incapacidad de la pandilla cubana en Bolipuertos fuera sólo eso, podría admitirse la tesis del «error». Pero, ¿fue sólo incapacidad o complicidad en el guiso? ¿Lo del Seniat fue «error» o complicidad en el guiso? ¿Esa Guardia Nacional que no veía ni olía nada, era parte del error o era cómplice? Este hombre que se alzó el 4F con la bandera de la honestidad administrativa en el puño, hoy la ha lanzado al lodo. Hay veintenas de presos de las casas de bolsa, pero del escandalazo de Pudreval hay apenas tres detenidos y la investigación, como era de esperarse de un sistema de justicia que es parte de la corrupción general, está prácticamente paralizada. Luisa Ortega anda queriendo encontrar empresas privadas metidas en el guiso. Están en Argentina, Luisa. Pide sus datos a los tribunales y a la Fiscalía argentina y sabrás quiénes pagaban y cobraban las comisiones por la comida podrida que vino del sur. Retoma por alguna vez el espíritu de la Luisa Ortega que conocimos en las luchas obreras de Aragua, hace más años que días.