Encuestas objetivas, por Simón Boccanegra
Un amigo recibe en su casa una llamada telefónica, y le solicitan responder una encuesta. La voz era de una joven, quien se identificó como estudiante de la Universidad Simón Rodríguez. Comienza: ¿Está usted de acuerdo con la decisión del gobierno de rechazar la agresión de los Estados Unidos a Venezuela, al acusar a distinguidos ciudadanos como personas vinculadas al narcotráfico? ¿Sabe usted qué significa la iniciativa bolivariana para las Américas? ¿Está usted de acuerdo con la resolución de la ALBA de exigir a la OTAN, el cese de los bombardeos genocidas que están destruyendo al pueblo libio? El tono normal de la encuestadora permitió hacerle varias preguntas: ¿Por qué los estudiantes de la universidad están haciendo esta encuesta? ¿Forma parte de algún trabajo de cátedra? ¿Les han dado más información acerca de esos temas? La respuesta fue simple: «nos mandaron a hacer esta encuesta».
Mi amigo, en tono cordial y pedagógico, le dijo varias cosas: «Es muy importante que mas allá de las preguntas que te dan por escrito, investigues sobre ellas y puedas formarte un criterio propio. «Por ejemplo, Venezuela, nosotros los ciudadanos, no tenemos que sentirnos agredidos por esa acusación de los Estados Unidos, puesto que todo el mundo sabe la estrecha relación de este gobierno con las FARC y el ELN, ambos grupos narcoterroristas. El gobierno lo que debería es investigar a fondo a ver qué hay de cierto en ello».
«En cuanto a Libia, ¿sabías que allí reinaba como un dios el Coronel Gadafi desde hace 42 años? ¿Que dirigía una dictadura brutal, sin libertad de prensa, sin partidos políticos, ni hablar de elecciones, sin respeto alguno por los derechos humanos? La respuesta de la joven fue entre triste y asombrada: ¡no, señor! Y ante la última pregunta de mi amigo: ¿Te gustaría para Venezuela un dictador por 42 años? La respuesta fue inmediata: ¡nada de eso! Por supuesto que pensar en Chacumbele como un modelo de ejercicio ético de la política es como imaginar a una iguana jugando ajedrez, pero, ¿no podrían respetar como ciudadanos a estos muchachos en vez de tratar de convertirlos en fanáticos e ignorantes?