Ensayo sobre la mordaza, por Teodoro Petkoff
Hablando de “manipulación mediática”, y a propósito de los juicios que Rangel ha emitido sobre el tema, voy a echar un cuento en primera persona que no por ello deja de tener mayor alcance.
La semana antepasada recibí una llamada de alguien del Conac pidiéndome una breve declaración sobre José Saramago, para ser incluida dentro de un programa que habría de realizar José Vicente Rangel con el escritor portugués en el canal 8. Se me informó que mi comentario aparecería conjuntamente con los de Luis Britto García, Luis Alberto Crespo y Román Chalbaud. Adicionalmente, se me dijo que habría sido por sugerencia del propio José Vicente que se incluyó mi nombre. Acepté gustosamente porque consideré que era un gesto de buena voluntad tanto que se me pidiera participar como que yo accediera.
Pues bien, el martes 22 de noviembre vino el equipo del Conac y filmó la declaración, que no fue sino de dos minutos. Advertí previamente al productor, Alejandro Medina, que siendo Saramago un escritor pero también un político, quien, además, no escatima sus criterios en ese campo, yo opinaría sobre ambas vertientes de la personalidad del literato portugués. Además anticipé que mis palabras respecto de Saramago el político serían críticas y pregunté si aun así las querían. Medina no opuso objeción. De todos modos, exigí que la declaración no fuera editada ni mochada. Medina me aseguró que tal cosa no ocurriría.
Siendo así las cosas, hablé. Sobre el escritor emití un elogioso comentario, destacando especialmente dos de sus obras que me han gustado mucho, Ensayo sobre la ceguera, y la última, Ensayo sobre la lucidez. Sobre el político, dije que no me parecía muy “lúcido” alguien que a estas alturas del siglo se confiesa todavía militante del Partido Comunista de Portugal, el más sectario, obtuso y stalinista de los partidos comunistas. En segundo lugar, destaqué que no parecía tener mucha “visión” alguien que necesitó 45 años –y sólo ante un hecho tan injustificable como el fusilamiento de tres balseros– para decir, en relación con el régimen cubano, “hasta aquí llego”. Eso fue todo, en dos minutos.
Hete aquí que una vez presentado el programa mi declaración apareció mochada. Sólo la primera parte. La segunda, considerada, sin duda, “políticamente incorrecta”, fue censurada. ¿Quién fue el responsable de ello? No puedo señalar directamente a José Vicente, pero por allí fumea. Poca duda cabe de que él tiene que haber visto previamente las cuatro declaraciones y es harto probable que haya sido él mismo quien ordenara suprimir la parte de la mía que no se ajustaba a su actual visión del mundo, de la vida y de la política, que no es la misma que consta en su abundante producción periodística y política anterior.
¿Hacia dónde vamos, Rangel? Desde luego que no voy a extrapolar este acto de censura, de intolerancia, de irrespeto a la opinión ajena y acusar de ello a todo el gobierno, pero sí te pregunto, José Vicente, ¿podemos ver en esto una anticipación de la censura política implícita en la Ley Resorte? ¿Te parece esto “excesivamente normal” ?