¿Entenderá por fin?, por Teodoro Petkoff
Ayer el día amaneció claro y despejado. Confirmado ya el triunfo opositor en Carabobo y Táchira, el mapa político del país se ha reconfigurado sensiblemente. Son seis circunscripciones po’el buche. Esas seis suman 8 millones de electores, o sea, la mitad del total; la otra mitad, con 17 gobernaciones cuenta los otros ocho. Basta este dato para dar cuenta de la importancia política de esas seis victorias. ¿Podrá comprenderlo el Presidente o va a insistir en sus cuentas aritméticas, para consuelo de su entorno de adulantes? El país ha dicho que desea una gobernabilidad democrática, no una que sea fruto de la imposición a martillazos de un proyecto político sobre el cual la mitad de la población posee fundadas y razonables sospechas. El Presidente fue derrotado (porque suya fue la responsabilidad de transformar en un plebiscito un mero proceso regional y local) en aquellos estados donde se afincó más duro con sus ofensas y amenazas. ¿No lo moverá eso a la reflexión? El Presidente tiene cuatro años por delante y un tiempo económicamente nublado en lo inmediato. Las dificultades nos van a golpear a todos, no sólo al gobierno. Hay un terreno común sobre el cual podemos encontrarnos: el de proteger del temporal económico a los más humildes, pero con base en medidas que el país entero pueda acompañar, porque sean discutidas abiertamente y consensuadas en la medida de lo posible. Eso exigiría reconocer que existen otras opiniones, además de las suyas, y que es necesario abrir canales de comunicación con ellas.
¿Entenderá el Presidente que el país no le dio un mandato para «pulverizar», «acorralar» y «darle en la madre» a la mitad que lo adversa sino exactamente para lo contrario? Ledezma y Rosales, en sus discursos de triunfo, emplearon un tono conciliador.
¿Sabrá el Presidente salir al encuentro de esa tónica? No nos haga afirmar dentro de poco, como dicen en los topochales de Sabaneta, que perro que come manteca mete la lengua en tapara.
¿Entenderá Hugo Chávez que lo que ya le dijeron los venezolanos el 2D, se lo repitieron ahora y que debe abandonar por completo la idea de perpetuarse indefinidamente en el poder? El Presidente, con los bemoles del caso, reconoció su derrota el 2D y reconoció los resultados electorales del 23N. ¿No será capaz, por ventura, de reconocer, que los catorce años de mando que cumplirá en enero de 2013 son más que suficientes –en verdad, excesivos–, y que empeñarse en prolongarlos no puede sino acentuar una conflictividad de la cual este país está harto? Porque, ese que se confesó «aficionado a las matemáticas» debe ceder el puesto al político que es y pensar con sensatez. Puede estar seguro de que si se empeña en seguir esa bronca que nadie quiere, pues, bronca tendrá.