Entretelones endógenos de la Fórmula 1
La novel ministra del Deporte, y buena atleta ella misma, Alejandra Benítez, se ha escandalizado con lo que ha encontrado en el despacho que ahora ejerce. Allí, de acuerdo con su hallazgo, se han manejado fraudulentamente más de 60 cuentas de viáticos para atletas de las cuatro ruedas que supuestamente competirían en el exterior.
Aparentemente, se solicitan los viáticos para corredores que después no compiten y alguien se queda con la plata. Lo que atrajo primeramente la atención de la ministra fue la crecida suma de los verdes del Norte que ha sido otorgada a un solo piloto, muy probablemente Pastor Maldonado, nada menos que 66 millones de dólares, quien, por cierto, sí compite, aunque sin mucha suerte. Si es que fueron para él, el único punto que ha sumado Pastor esta temporada es el del décimo puesto que ocupó en la penúltima carrera. Ha sido su mejor performance hasta ahora. La ministra admite que aunque ese es un deporte costoso, 66 millones de dólares para un solitario puntito, si es que es el de Pastor, es como una exageración pantagruélica. Se pregunta este escribidor qué es lo que justifica semejante gasto. El automovilismo no es un deporte popular ni de masas; sus practicantes en nuestro país son un reducido grupo de corredores y no estaría nada mal que antes de incursionar en autódromos extranjeros, donde casi siempre se llega detrás de la ambulancia, se empeñaran en desarrollarse aquí. Pareciera que con los viáticos hay algún guiso. ¿Quiénes se reparten esa cochina?