Rotundo: «Las películas que reciben financiamiento del Estado tienen que ser complacientes»
Circuito Gran Cine celebra 25 años, su presidente, Bernardo Rotundo cuenta en entrevistas con TalCual cómo han hecho para mantenerse a pesar de los avatares del país y sobre sus proyectos actuales y futuros
“El cine te hace estar en lugares imposibles”, Alex de la Iglesia.
Un año más tarde de la crisis bancaria y del colapso del sistema económico privado de Venezuela se fundó Circuito Gran Cine. Para aquel entonces se pensaba que el país no podía estar peor… El 13 de junio de 1996, un grupo de profesionales vinculados al mundo de las imágenes en movimiento y directores de salas independientes se unió para crear una organización dedicada a “promover la diversidad cultural cinematográfica”.
Desde ese entonces son muchas las películas y festivales que han apoyado y presentado, muchos los lugares del país que han visitado y donde han instalado una pantalla para mostrar historias propias y universales; mucho el trabajo y programas sociales realizados: Cine Móvil, Fábrica de Cine, Cine con Propósito, Películas de Impacto y el Festival de Derechos Humanos.
“Nunca imaginé que Gran Cine iba a tener tanta incidencia en el trabajo social, era una organización con compromiso social, pero no tanto como lo estamos desarrollando ahora. En 2005 nos dimos cuenta que la realidad política y económica iba a requerir un gran trabajo en las comunidades y en los social. Hoy estamos trabajando en programas muy acertados y cónsonos con la realidad del país”, señala Bernardo Rotundo, presidente de Gran Cine.
La organización han calado, crecido, mutado y permanecido: un gran logro en la Venezuela de los últimos 30 años.
TalCual conversó con su director sobre el aniversario, los proyectos actuales de la organización, la actividades y programación en las comunidades y los planes futuro.
– ¿Cómo surge Circuito Gran Cine? ¿Por qué crear esta organización y porque en ese momento país, meses más tarde de la crisis financiera del 95?
– Es una iniciativa de un grupo de profesionales que siempre han estado vinculado a la promoción de la diversidad cultural cinematográfica. Nos dimos cuenta que era necesario crear un circuito nacional de salas de arte cinematográfico que pudiesen lograr una mayor difusión del buen cine y la cultura cinematográfica, en general. En el proyecto incluimos a la Cinemateca Nacional, en ese momento su director era Fernando Rodríguez, quien nos apoyó en la creación de la organización, también del periodista Pablo Antillano, quien dio con el nombre de la organización.
Gran Cine fue el nombre aceptado por todos, no sesgaba entre público conocedor o especializados del público masivo. Un nombre que nos ayuda a demostrar que el cine puede ser accesible a todos, que lo que había era que desarrollar una política de promoción, educación y formación, para elevar los niveles de aceptación cinematográfica del espectador.
Varios de los fundadores ya veníamos trabajando juntos desde los años 80, otros de antes. La idea era unir los esfuerzos que estaban desarrollándose en distintos espacios y lugares de Caracas e instituciones del interior; también lograr unificar a un conjunto de sectores culturales y empresariales en pro de una acción que era la promoción de un buen cine; traer festivales, organizar muestras, comprar películas y formular proyectos que contribuyeran al diseño de políticas públicas.
La primera iniciativa que tuvimos como Gran Cine fue crear una cartelera en conjunto. Antes cada sala sacaba en los diarios de publicación nacional su cartelera, pero eso se diluida, se perdía entre tanta información, al hacer una cartelera que incluyera todas las salas, juntos pero no revueltos, cada sala con su logo o imagen institucional; que terminaba siendo de mayor tamaño y ocupando una página o media página de los diarios se hacía más efectiva y visible la publicación.
María Elena Freitas, Solveig Hoogesteijn, José Pisano, Douglas Palumbo, Alberto García y Bernardo Rotundo completan el equipo de miembros fundadores de Circuito Gran Cine.
– ¿Cuántas salas fueron inicialmente y cuántas tienen ahora?
– La Margot Benacerraf, La Previsora, el Cine Prensa del Colegio Nacional de Periodistas, la Cinemateca del Celarg, la sala Celarg 3, el Cine Arte Trigal en Valencia (Carabobo), el Cine Club Charles Chaplin de Barquisimeto (Lara) y en Maracaibo (Zulia), la sala del Lía Bermúdez y en el Teatro Baralt.
Luego se incorporaron las del Trasnocho Cultural, también las empresas privadas Cines Unidos y Cinex, quienes incluyeron salas de cine en la programación. Cines Unidos con Cine de Autor Líder y Cinex compró el cine de Centro Plaza, donde tenían tres salas.
Hoy solo quedan las de Trasnocho, Celarg 3, Cine Arte Trigal y el Teatro Baralt, que atiende el Cine Club de la Universidad de Zulia (LUZ) y Cíngaro Cine en Maracaibo. La crisis política, económica y social que atraviesa el país ha desmantelado a todo el circuito que habíamos construido.
Gracias a la red de salas que teníamos, en 2007, Gran Cine logró entrar a la Federación Internacional de Cines de Arte, en la categoría A, sólo siete países tienen ese privilegio; Venezuela era el único país de América latina en la categoría A. Estábamos bien encaminados, no contábamos con la hiperinflación ni con la pandemia. El panorama de las salas de cine es bastante desolador. Ya venía golpeado y la pandemia vino a agudizar el cuadro.
*Lea: Érase una vez… cuando reabrieron las salas de cine en Venezuela
-¿Cómo han logrado salir adelante y mantenerse a pesar del panorama que narra?
– Nosotros hemos tratado de mantener la cohesión interna de Gran Cine, respetamos la institución de la Cinemateca. Al principio se nos veía como un grupo que sólo hacia eventos en el este de la ciudad, muy clase media, muy elitesco, pero desde el año 2005 comenzamos a buscar otras vías, porque observábamos que el impacto de nuestras actividades era muy bueno, pero nos faltaba ampliar el alcance de los espectadores, entonces, fue cuando creamos el Cine Móvil Popular, con el que simulamos en espacios público una sala de cine.
Inauguramos en los espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño con la película “El milagro de Candeal”, Fernando Trueba. Desde ese momento el Cine Móvil no se ha detenido, hemos hechos casi 3.000 proyecciones. Hemos estado en lugares muy remotos, desde la Gran Sabana hasta en Congo Mirador, también en Delta Amacuro, en El Amparo.
El Cine Móvil es policlasista, ha ofrecido proyecciones tanto en clubes privados como en zonas populares. Esos camiones de Cine Móvil han rodado bastante. Y ha sido una experiencia que nos ha ayudado mucho a desarrollar un trabajo social importante. Es el primero de los cuatro proyectos sociales que llevamos actualmente. El plan inmediato es seguir impulsando estos programas, con ayuda de públicos, privados y de todo el que quiera colaborar.
Fábrica de Cine, Cine con Propósito y Miradas Diversas. Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos completan la lista. El primero es un programa formativo, dirigido a jóvenes entre 14 y 21 años, dedicado a la enseñanza y producción de piezas audiovisuales; el segundo, talleres de acción ciudadana vinculados con el cine. Se lleva a cabo con el Cine Club de San Luis, también en Los Dos Caminos y en Propatria, Petare (Caracas y Miranda); y el tercero, es un festival que este año llega a su tercera edición y será competitivo.
– ¿Cuáles películas nacionales debería conocer todo venezolano? ¿Cuáles deberían ser materia de estudio en las aulas del país?
– El plan de estudios de educación media venezolano debería contemplar el cine. Eso es una asignatura pendiente y ahora con las nuevas tecnologías podría ser algo sencillo de llevar a cabo. Esto es algo que el Ministerio de Educación debe contemplar. Debería haber un plan de estudio donde se reconozcan las obras cinematográficas más relevantes del cine nacional.
Yo considero que todo venezolano debería ver “Araya” y el cortometraje “Reverón”, de Margot Benacerraf; “País portátil”, de Iván Feo y Antonio Llerandi, “Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia”, de Alfredo Anzola y “Miami nuestro”, de Carlos Oteyza son las primeras que me vienen a la mente, pero hay muchas más.
– ¿Cuál suceso nacional, de la Venezuela de los últimos 50 años, no ha sido llevando a la gran pantalla que usted considere deba ser contado a través del cine?
– Hace falta una mirada crítica, acuciosa y responsable del proceso político venezolano que se está viviendo con la instauración del chavismo en Venezuela. El cine venezolano era muy crítico, el cine era financiado por el Estado y eso no impedía que fuera crítico ni cuestionador, y se estrenaban sin ningún problema. Cuando se prohibió filmar “Ledezma, el caso Mamera”, los cineasta y personas vinculadas al mundo del cine creamos el Comité Nacional Contra la Censura y protestamos libremente.
Hoy hay mucha limitación y persecución, lo que ha hecho que el cine venezolano perdiera esa mirada crítica y menos solicitar al gobierno un financiamiento para filmar una obra que cuestione la actualidad. Ahora las películas que reciben financiamiento del Estado tienen que ser complacientes. Pareciera que hoy solo está permitido hacer películas históricas que tratan de vincular la gesta independentista de Simón Bolívar con los que llevan el político en Venezuela actualmente.
La gran deuda que tiene los cineastas venezolanos hoy es volver a hacer obras más acuciosas con el acontecer nacional venezolanos, hay mucho material y materia que ver y revisar.