ENTREVISTA | Enrique Márquez: Planteo una transición compartida dirigida por la oposición
El candidato presidencial por el partido Centrados, Enrique Márquez, dice estar seguro del triunfo opositor el 28 de julio, pues cree que el rechazo a Nicolás Maduro es insalvable. Acepta que su nombre sea percibido como el «por si acaso» ante posibles obstáculos a la candidatura unitaria. Mientras tanto, presenta su propuesta enfocada en la recuperación del sector eléctrico y la robustez del negocio petrolero, como «palanca» para el relanzamiento de la economía venezolana
Fotos: María de los Ángeles Graterol
Enrique Márquez aprovecha de colar propuestas cada vez que una pregunta abre el espacio para ello. Tiene manejo de lenguaje técnico y una exposición pausada que orbita sobre un concepto central: la necesidad de un gobierno de unidad nacional. Candidato sorpresivo, como admitió hace un mes, afirma que la suya es una campaña «de mucho contenido».
El abanderado del partido Centrados, única tarjeta que mostrará su rostro en el tarjetón, califica como difícil la campaña que enfrenta. Admite que las encuestas muestran mejor ubicados a Edmundo González y a Nicolás Maduro, y dice ver muy claramente la victoria opositora el 28 de julio próximo. «Hay un descontento increíble y hay un repudio a la continuidad de este estado de cosas. El adversario principal de Maduro es su propia gestión».
—¿Qué significa para usted ver esas encuestas donde aparecen otros nombres pero el suyo no?
—Bueno, aparece pero abajo todavía (risas). Yo soy político. Yo no tengo ni codicia económica ni codicia política. Yo busco el poder de la Presidencia de la República porque quiero cambiar a mi país, pero siempre he dicho que si mi mensaje no llega no seré un obstáculo para el cambio político. Yo quiero ser el presidente que construya el postconflicto.
—Se ha dicho que su candidatura es la de un por si acaso a Edmundo González lo inhabilitan, por si acaso la tarjeta de la MUD desaparece, por si acaso… ¿Lo cree así?
—Reconozco que hay mucha gente que me ve así. Me agrada porque significa que tengo la aceptación del sector mayoritario en el país, el que está descontento, quiere votar y quiere cambiar. Yo estoy trabajando para convertirme en una opción real para la gente, con un liderazgo pragmático para la solución de los problemas.
—Cuando Antonio Ecarri dijo «yo no soy caucho de repuesto» hubo quien pensó se refería a Enrique Márquez. ¿Usted cree que esa expresión identifica su candidatura?
—La verdad es que yo no entiendo a Ecarri a veces. Me parece que está disparándole a todo el mundo sin necesidad. Mi adversario es Maduro.
—¿Cree que la candidatura de la Plataforma Unitaria está en peligro?
—Creo que el proceso está amenazado porque por primera vez el Gobierno se encuentra frente a un dilema: estoy perdiendo la elección, ¿entrego o juego para permanecer en el poder a pesar de que el pueblo ya no me quiere? He advertido que existe el peligro de que ese dilema el gobierno lo resuelva como no lo tiene que resolver. Hay que construir antídotos para eso. Yo le recomendaría al Presidente que acepte su destino, que si pierde reconozca y que abra paso a un gobierno diferente. Si el gobierno me toca encabezarlo a mí, cambiaré los códigos de comunicación con mi adversario por completo. Yo quiero hacer un gobierno de unidad nacional, que incluya a sectores del chavismo para poder hacer las paces y empujar un país distinto. Y sí, creo que Maduro debe dejar de escuchar las voces que le han sugerido que puede quedarse en el poder a pesar de que el pueblo ya no lo quiere.
—¿Los peligros son técnicos en lo electoral o son de índole política?
—Yo no veo problemas técnicos en el camino. Si se inventaran esos asuntos es precisamente para generar desasosiego e inestabilidad. El CNE es un órgano técnicamente muy solvente. Estamos en plenas auditorías, hay normalidad en el funcionamiento del CNE.
—¿Usted ve posible que las elecciones puedan cambiar de fecha?
—No hay razón técnica para hacerlo, ni política tampoco. Yo no estuve de acuerdo con que se convocaran en julio. Ahora el Gobierno se da cuenta de que las convocó antes y está perdiendo antes. El gobierno debe reconocer su situación, la cantidad de errores que ha cometido. Yo abogo por una reprofesionalización del Estado, por una despersonalización y una despartidización del poder. Yo no pondré mi cara en ninguna obra pública. Tampoco permitiré que lo haga un gobernador o un alcalde, con una ley que llevaré a la Asamblea Nacional para que se prohíba la personalización del Estado.
—¿Qué pasa si no viene la observación electoral del Centro Carter y la Unión Europea?
—Honestamente, yo no entiendo a veces al gobierno. La Unión Europea hace un gesto importante y le levanta sanciones a unas personas, pero el gobierno dice «no queremos que nos levante nada». Entonces cómo es el asunto. El CNE es un poder autónomo, y no debería estar sujeto a las presiones de la política. (La observación) es un elemento importante pero no es indispensable. Yo creo que eso es una garantía más. Pero si no vienen, pues tendremos que seguir hacia adelante. Yo creo que esto es un viacrucis, y hay que mantener la posición de que vamos a votar no importa la circunstancia.
El país de la «unidad nacional»
El candidato presidencial de Centrados, también exdiputado, cree que una transición en Venezuela solo será posible sin imposiciones que conduzcan a bloqueos institucionales. «Yo planteo una transición compartida, dirigida por la oposición, pero en unidad nacional», apunta.
—¿Cuál sería el rol de quienes hoy están en el oficialismo? ¿Los incorpora a un gabinete de unidad nacional?
-Muchos de ellos pudieran estar. Tienen que saber de lo que van a hacer, trabajar mucho y tener honestidad. Si yo busco un médico o médica para dirigir el Ministerio de Salud no puedo fijarme si se viste de rojo, blanco o azul; tráigame los currículos, y quien sea mejor ese va. Aparte, yo no pondría al Contralor, no sería afín a mí ni a mi corriente política. La autonomía de la Contraloría y de la Fiscalía con respecto al Ejecutivo es fundamental para la separación de poderes.
—Para bailar hacen falta dos. ¿Siente que en el oficialismo hay esa disposición?
—Yo los invitaré a bailar y trabajaré en esa dirección porque lo otro es entregarse al conflicto. Yo me niego a eso. Yo creo que en el chavismo hay mucha gente consciente de lo que hay que hacer y que está dispuesta a trabajar para recuperar a su país. Yo no pienso que sea posible eliminar el conflicto, pero sí lo podemos manejar en el marco de la Constitución.
—Eso descartaría entonces un escenario constituyente.
—Yo como presidente solo llamaría a una constituyente si tengo un acuerdo nacional para hacerlo, porque si no la Constituyente lo que se convierte en un estimulante del conflicto. No hace falta una constituyente, pero yo propondría la eliminación de la reelección indefinida de inmediato.
—En el escenario en que Nicolás Maduro pierde una elección, ¿Dónde lo ubica a partir de que entregue la presidencia?
—En la oposición. Yo acompañaría a todos los sectores que se sientan afectados por las sanciones a regularizar las cosas. Por supuesto hay temas individuales en la Corte Penal Internacional que no es jurisdicción del Presidente de la República, pero sí creo que hay que buscar la paz. Yo lo veo liderando la oposición a mi gobierno. Yo no trataré a Maduro como él nos ha tratado a nosotros. Yo renuncio a la revancha y a la venganza.
—En el escenario de una transición hay que lidiar también con temas de amnistías, justicia transicional. ¿Cómo usted ve ese proceso?
—La justicia es un requisito para la paz. Yo abogaría por justicia que se pueda adaptar a las circunstancias, los expertos la llaman transicional. No creo en la impunidad, pero sí hablaría de amnistías electorales, políticas, generales, siempre que eso sirva para preservar la paz.
—¿Qué le responde a víctimas de violaciones de derechos humanos, familiares de víctimas, que alertan sobre posible impunidad?
—Eso es un problema muy complejo porque es un problema muy humano. Y por supuesto allí entra la corresponsabilidad personal y del Estado. Yo creo que un violador de derechos humanos tiene que ser castigado. Pero tiene que haber una línea que tracemos en conjunto para romper los retrovisores.
—¿Cree que si Maduro pierde las elecciones se acaban las sanciones internacionales?
—No, yo creo que hay que luchar para quitarlas aún con un gobierno de la oposición. Yo me comprometo a que si pierdo acompaño al que esté de presidente a que le quiten las sanciones al país. Las sanciones le han servido mucho al gobierno como elemento discursivo y no le han servido en nada a la oposición para cambiar el gobierno.
—¿De ganar, pretendería tener un periodo completo de seis años?
—Yo me tomaría el periodo constitucional completo, respetando la Constitución, para cerrar heridas, generar condiciones electorales para todo el mundo, devolver la integridad de los partidos políticos, eliminar las inhabilitaciones, reformar las leyes en conjunto con la Asamblea Nacional. Hay un trabajo muy intenso.
Petróleo y energía, el país de Enrique Márquez
Durante este primer mes de campaña, el nacido en Maracaibo y exvicepresidente del CNE, ha prometido acabar con la crisis eléctrica en un año. Con su acento zuliano aún marcando sus palabras, pone el énfasis en ese sector energético y en cómo recuperar la economía petrolera. Para lo primero, apela a una descentralización del servicio, pues «no se trata solo de invertir e invertir» sino de cambiar el modelo de gestión. Recuerda entonces cuando existían empresas como Enelven o la Electricidad de Caracas. «También abrir al sector privado su participación porque las inversiones que haya que hacer no las puede hacer el Estado porque no tiene para eso. Nos vamos a abrir eso en ese esquema», dice Enrique Márquez.
—¿Cómo quedaría Corpoelec?
—Corpoelec sigue existiendo como matriz, para coordinar, supervisar, manejar el mercado de energía, generar instrucciones para todo el sistema eléctrico interconectado, pero queda descentralizada y desconcentrada como era antes. Yo ofrezco entregarle a la mancomunidad de gobernadores y alcaldes, los trabajadores y la sociedad civil, la dirección de empresas estatales. Esto no lo estoy inventando, así se hace en todo el mundo. Los únicos dos países que tienen el servicio centralizado, son Cuba y Venezuela.
Para Enrique Márquez, ahora también apoyado por Redes (que no tiene tarjeta), la economía del país «es absolutamente relanzable», y para eso plantea «utilizar la palanca del petróleo». A su juicio, el gobierno ha usado el crudo como un instrumento para el control social. En cambio, propone convertirlo en la base de un plan de empleo. «En dos años podemos pasar de 700.000 barriles a 2,5 millones de barriles. Es un incremento de un 1,8 millones de barriles por día en dos años. Eso significa cinco millones de empleos, como mínimo, entre directos e indirectos».
—¿Eso pasa por privatizar el sector?
—No voy a privatizar Pdvsa, lo que voy es a manejar el negocio de otra manera. Voy a buscar al privado por licitación internacional para que quiera venir a invertir su plata, y le voy a pedir que invierta el dinero necesario para subir la producción, que extraiga ese petróleo eficientemente de manera sustentable ecológicamente, dejándose controlar por mi Ministerio de Petróleo; y que agarre ese petróleo y lo venda afuera para que de regreso me dé la plata. Yo planteo aumentar la producción de petróleo, en dos años, a dos millones y medio, pero a seis años espero estar en cuatro millones de barriles. ¿Cuántos ingenieros necesitaría eso, cuántos técnicos, cuántos profesionales, cuántos obreros, cuántos pintores, cuántos carpinteros? ¿Cuánto acero necesitamos? Por eso hay que reactivar Sidor. ¿Cuánto concreto? Hay que mover al sector cemento. Es decir, es un círculo virtuoso.
—¿En ese esquema el Estado cobra parte de la factura o le cobra impuestos al privado?
—El Estado se garantiza mayoría accionaria, ponle 60%. Entonces de cada barril que se venda, el 60% es ingreso de accionista para el Estado. Segundo ingreso, la regalía petrolera porque el Estado es dueño de ese petróleo. Y luego está el impuesto sobre la renta. El Estado gana mucho si la producción aumenta, pero quien más gana es la familia venezolana. Se están yendo nuestros muchachos del país porque no hay empleo de calidad. Sin agua y sin luz uno se parapetea pero cuando no tienes empleo, cómo creas una familia, cómo compras una vivienda o un vehículo. Para mí la clave de todo esto es el empleo.
—¿Cuál sería su política tributaria, vistas las denuncias de excesivas cargas parafiscales y ahora la nueva ley de pensiones?
—El sector privado contribuye a las pensiones desde siempre a través de su cuota al Seguro Social, solo que eso lo quebró el gobierno. ¿Por qué una Ley especial de pensiones si tienes la Ley de seguridad social integral y tienes la Ley del subsistema de pensiones? No se quiere buscar una solución definitiva sino colocar unos pañitos de agua tibia tratando de quitarse la responsabilidad que tiene el Estado por haber quebrado los fondos de pensiones.
—¿Entonces hay que hacer una reforma tributaria?
—Yo eliminaría todas las contribuciones parafiscales, lo distinto al Impuesto sobre la Renta. Potenciaría el emprendimiento y eliminaría una serie de contribuciones parafiscales que lo que hacen es quebrar a los privados. Sería un perro guardián para que no haya evasión de impuestos.
—¿Si usted no gana, en 2025 preferiría ser gobernador, diputado o ministro de un gobierno que asuma el 10 de enero?
—A mí me gusta la diputación, porque estoy en la construcción de las leyes y creo muy importante ese rol.
—¿Usted conoce a Nicolás Maduro personalmente?
—Sí, claro. Nosotros somos fundadores del grupo de Boston en el año 2001-2002.
—¿Qué le diría hoy?
—Que tenga confianza en el pueblo que es sabio, y que si le toca perder que pierda y entregue. Que tenga confianza en que la oposición, y más si me toca a mí dirigir el país, no va a repetir los errores del pasado y vamos a cambiar los códigos intolerancia por tolerancia, rivalidad extrema por búsqueda de encuentro, lucha de clases por unidad nacional.