Envejecer saludable, por Marianella Herrera Cuenca

X: @mherreradef | IG: @crisisgastrinomianutricion
Una de las más difíciles conversaciones, al menos en la cultura occidental, es acerca del envejecimiento y la muerte. Pareciera que nadie quiere envejecer y mucho menos morir, de tal manera que hablar sobre estos temas resulta en ocasiones bien complicado. Desde el fallecimiento de mi padre, Adolfo Herrera Espinal en 2013, por causa de una diabetes terrible, me he dedicado a investigar acerca del tema del envejecimiento, en un principio más por curiosidad personal, y ahora porque las muertes recientes de personas muy queridas: mi tío Miguel Herrera y la Dra. Mercedes López de Blanco (Checheta), Mario Vargas Llosa, a quien siento que conocí a través de sus libros y el Papa Francisco, me obligaron a una revisión exhaustiva de estos temas desde el punto de vista personal, emocional y espiritual.
Como médico, profesional de la salud y docente ya me había tocado revisar estos temas desde el punto de vista científico y académico, porque se encuentran dentro de uno de los tópicos, dentro un curso que dicto como profesora universitaria.
No fue fácil, porque mis temas de investigación siempre fueron relativos al inicio de la vida, a los primeros mil días de vida, al impacto de un buen embarazo en el nuevo ser, a la necesidad de invertir no solo económicamente sino educacionalmente, nutricionalmente y socialmente por decir lo menos, esa energía que se invierte en garantizar el bienestar de las nuevas generaciones.
Pero se comienza a envejecer desde el mismo momento en que se nace, y al final de la vida seremos el resultado de lo que hemos hecho a lo largo de ella, del ambiente en el cual hemos vivido, de las experiencias que hemos enfrentado.
Definitivamente una gran parte de mis reflexiones en las últimas semanas, estuvo conectada a mi tío Miguel y a Checheta, a los increíbles seres humanos que fueron, lúcidos siempre, inteligentes, sensibles. A mi tío le debo mucho en términos del optimismo que tengo, la capacidad de tener buena actitud ante las dificultades. Mi tío Miguel en sus últimos años, estuvo con severos problemas de movilidad, pero eso no impidió su buen humor, sus ganas de disfrutar, su buena «vibra» como se dice, además la física que se, se la debo a él. Ahora bien, ¿que podríamos haber hecho para impedir su deterioro de la movilidad?
Tendríamos que haber comenzado hace mucho tiempo, para proteger su masa muscular, en particular. Por allá y entonces hace varias décadas atrás poco se sabia acerca de la protección de la masa muscular. Igual mi papa, para evitar el doloroso final con una diabetes galopante, tendríamos que haber comenzado muchísimo antes a prevenir.
Con Checheta, que estuvo muy bien siempre, recuerdo que una vez le pregunté: Checheta dame la receta, que haces para estar tan bien. Ella tan linda me contestó: siempre he estado en un buen peso, he caminado todos los días un poquito, trabajo y lo disfruto (¡¡¡vaya que, si lo disfrutaba, trabajar con Checheta era tener un motor con doble turbo prendido siempre, maravillosa!!!) y la presencia de la familia: mi esposo (el Dr. Pablo Blanco mi querido profesor de cardiología), mis hijos, mis nietos y ahora los bisnietos.
A Checheta, le debo mi fascinación y dedicación al Origen Temprano del Desarrollo de la Salud y Enfermedad (ODSE), ella fue la que me «presentó» a ODSE, en aquel momento DOHAD en inglés (Developmental Origins of Health and Disease) el área de trabajo iniciada por el gran maestro David Barker. Desde ahí, hace ya unos 15 – 20 años, comenzó mi interés por esa área, que básicamente ha encontrado la relación de lo que ocurre al inicio de la vida con las enfermedades crónicas que se sufren mas adelante en la adultez. Un niño con bajo peso al nacer tiene mas riesgo de enfermedad cardiovascular, un bebe con alto peso al nacer también, como el caso de mi papá.
En estos momentos, cuando la demografía global esta cambiando, y estamos dejando de ser un mundo de mayoría jóvenes para convertirnos en un planeta con población más adulta, con más adultos mayores y potencialmente mas longevos gracias al desarrollo de las ciencias médicas, es el momento de preguntarnos si realmente queremos vivir más. ¿Queremos vivir más tiempo? Mas largo? ¿En qué condiciones? Yo quiero vivir en buenas condiciones, quiero sentirme útil y conectarme con el entorno, hacer y contribuir a la sociedad global.
Al explorar las iniciativas, me encuentro que desde el 2015 la Organización Mundial de la Salud tiene una sobre envejecimiento saludable, se trata de ver al envejecimiento como un proceso natural, no como una enfermedad. Se trata de prevenir complicaciones, el declive de algunas funciones es inevitable, pero podemos enfrentarlo desde la prevención, evitando llegar a un estado donde sea difícil revertir los daños.
La otra información que me ha parecido muy importante es la divulgación de la calidad de vida de los centenarios que habitan las zonas azules del planeta: Okinawa en Japón, Nicoya en Costa Rica, Icaria en Grecia, Cerdeña en Italia y Loma Linda en California, USA. La divulgación masiva a través de una serie en la popular plataforma Netflix producida y documentada por el comunicador Dan Buettner, ha sido una notable contribución a la democratización de la información sobre el envejecimiento saludable (ver Live to 100, secrets of the Blue Zones, Netflix).
*Lea también: «De palmas y de cruces», por Gustavo J. Villasmil Prieto
Estamos en un mundo superpoblado que espera llegar a los 9 billones de personas para el 2050, y estamos llenos de ciencia y tecnología que de alguna manera nos han traído hasta acá, con todo lo que eso implica, lo bueno y lo no tan bueno, y se hace imperativo revisar al envejecimiento de una manera mas integral, mas humana, mas real.
Nos llega a todos, porque comenzamos a envejecer, ya lo hemos dicho, desde el mismo momento en que nacemos. Se hace importante vivir con salud, con prevención, con estilos de vida saludables que permitan el buen desenvolvimiento de la persona.
Y hablando de muertes recientes, Mario Vargas Llosa, ha dicho que quería ser recordado como una persona que vivió, y que para él lo más dramático era cuando una persona se disponía a esperar a la muerte, porque ya estaba muerta en vida. Si estás trabajando, viviendo, la muerte debería sorprenderte, ha dicho Vargas Llosa y así le ha ocurrido.
El Papa Francisco, este pasado domingo de Pascua ha estado en sus funciones, y ha partido en unas horas, la muerte lo ha sorprendido. Me atrevo a decir: haciendo ejercicios, comiendo saludable, durmiendo bien, manejando el estrés, y con una vida espiritual/emocional nutritiva, la muerte debería sorprendernos, es parte del curso vital: nacer, crecer, reproducirse y morir.
Marianella Herrera Cuenca es MD PhD en Nutrición. Integrante de la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición y del Observatorio Venezolano de la Salud.
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