¿Es muy difícil ponernos de acuerdo?, por Griselda Reyes
Twitter: @griseldareyesq
Diálogo, entendimiento, negociación… Todos estos sinónimos han estado en el radar del país por años sin que se concreten salidas reales a la atroz crisis económica que vivimos. Los venezolanos que día a día nos fajamos a trabajar para surfear la ruda ola de la inflación, queremos que esto vaya mucho más allá de lo político. Necesitamos que se traduzca en mejoras reales, más allá de las pequeñas burbujas que hoy tenemos en el país.
Ya los venezolanos perdimos la cuenta de las veces que actores de la vida política nacional –del gobierno y de la oposición– se han sentado a dialogar. Desde tiempos de Hugo Chávez han habido diversos episodios que incluyeron a actores de la comunidad internacional: Centro Carter, la Organización de Estados Americanos, el Vaticano y Noruega, por mencionar algunos. También ha variado el epicentro de estos encuentros desde hoteles en Caracas, Miraflores y hasta islas de Caribe y México.
En todos estos encuentros ha habido pequeños, muy pequeños avances si los comparamos con las enormes necesidades de los venezolanos, y grandes retrocesos, una vez que se paran de la mesa. Por eso hoy quiero plantear, responsablemente, cambiar la dinámica y apuntar a un diálogo sin pasaporte con los actores reales que hacen vida en el país.
La mayoría de los venezolanos no aguanta hasta el 2024 sin que medien salidas a la crisis, pero indiscutiblemente todos debemos apuntar a la cita presidencial prevista para ese año. En torno a esto, debemos trabajar desde ya en mesas políticas que blinden el proceso que permitirá decidir el rumbo del país.
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Pero es imposible hasta entonces quedarse luchando exclusivamente por garantías políticas–electorales. Todos necesitamos procurar los puntos mínimos de encuentro en esta tragedia de «país rico» que no somos. Los ciudadanos reclamamos mejoras económicas y sociales. Este debe ser el foco de cualquier acercamiento entre las partes.
A raíz de esto reflexiono profundamente y hoy creo que es hora de aglutinar a empresarios, sindicatos, representantes gremiales, iglesias, activistas sociales y, por supuesto, actores políticos; todos acompañados de garantes internacionales equilibrados.
Me explico: El tema de los salarios del sector salud lo manejan a la perfección los gremios y sindicatos de la administración pública nacional. Necesariamente sus representantes deben estar sentados para defender sus intereses y garantizar que el sector reciba una justa recompensa que les permita recuperar su calidad de vida.
Otro sector vital para el progreso del país son los empresarios, gremio del cual formo parte. En mi caso, he estado durante muchos frente al frente de una firma contable representante de empresas internacionales, pero también a la cabeza de una importante clínica de la ciudad capital. Conozco las prioridades de quienes a diario insistimos, con profunda terquedad, en sacar una compañía adelante, y me consta que el gremio empresarial tiene claras y enumeradas las propuestas tributarias y económicas que urgen para rescatar al sector privado.
Así podemos ir detallando sector por sector. Cada uno con voceros autorizados para ser incorporados a un diálogo social y sustentable que se traduzca en respuestas a las carencias que el país tanto reclama. No podemos permitir y mucho menos prestarnos para acercamientos que sólo terminarán corriendo la arruga y mucho menos ser parte de chantajes que solo beneficien a quienes se aferran al poder y a la silla de Miraflores.
Estoy absolutamente convencida de que llegó la hora de un entendimiento que nos involucre a todos; que se traduzca en mejores salarios para los trabajadores; en la reactivación de las escuelas; en la recuperación de hospitales; en la disminución de la inseguridad y la violencia criminal, entre tantas otras cosas…
Estoy hablando de un diálogo que devuelva la tranquilidad a las familias venezolanas; que les lleve a poner fin a esta incertidumbre que corroe las entrañas; que nos permita dar la bienvenida a tantos hermanos que se han ido buscando –a costa de sus propias vidas– oportunidades en otros países; que recupere el poder adquisitivo y la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Aquí estoy. Y como yo, muchos venezolanos, dispuestos a contribuir para procurar la resolución de tantos conflictos que nos aquejan, mientras los políticos procuran allanar el camino para 2024. No hace falta ir a la Riviera Maya para eso. Una plaza pública de la capital, el Teatro Municipal de Caracas, la Colonia Tovar, Mucuchíes, Puerto Ordaz, Barcelona o la Sierra de Perijá; cualquiera de estos puede servirnos de escenario si tenemos voluntad política para sacar a Venezuela adelante. ¿Es acaso tan difícil ponernos de acuerdo?
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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