Escuelas privadas resisten cada vez menos la hiperinflación (II)
Los colegios pequeños como preescolares o los que funcionaban en espacios alquilados fueron los primeros en caer ante el impacto de la hiperinflación que los dejó fuera de la oferta educativa privada. Por lo menos 20 colegios cerraron sus puertas nada más en Caracas
Segunda entrega de la serie Educación en rojo.
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Casi al término de este año escolar, el 11 de julio, el ministro Elias Jaua daba algunas cifras que resumían el período académico y hacía énfasis en un dato que le parecía revelador: la caída en el número de estudiantes de colegios privados que estaban migrando a las escuelas públicas. Aseguró que este año la matrícula pública recibió 200.000 niños y jóvenes que fueron retirados de escuelas privadas por el alto costo de las matrículas y mensualidades, lo que a su juicio, significaba una revitalización de la educación pública.
Las cifras presentadas por Jaua se han convertido en un dato referencial en vista de que su despacho no entrega Memoria y Cuenta desde hace tres años. Y aunque el número no es preciso, la caída en la cantidad de estudiantes inscritos en escuelas privadas es un fenómeno que ya habían detectado las asociaciones que los agrupan e investigadores del área educativa aunque difieren de la explicación que da el ministro.
Pedro Castro, presidente de la Cámara Venezolana de Educación Privada (Cavep), dice que efectivamente hay un número importante de estudiantes que ya no están en colegios privados pero lo que se refleja en cada institución es que un estimado de 20% solicitó sus papeles porque se iban a vivir a otros países. El otro grupo es el que más le preocupa a Castro: los niños y jóvenes que estudiaba en escuelas privadas de zonas populares que no se inscribieron porque salieron de la escolaridad.
«La gran baja de estudiantes no ocurre porque se vayan a escuelas públicas, lo más preocupante es lo que ocurre con aquellas zonas de clase media baja, donde los padres comienzan a tener problemas para pagar la escuela y los niños salen a trabajar, a buscar algo que hacer para ayudar en la casa, a buscar comida», precisa Castro.
El educador Luis Bravo Jáuregui, a través de Memoria Educativa Venezolana, revela que desde hace dos años hay una caída sostenida en la cantidad de estudiantes que cursaban en escuelas privadas: en 2015, año de la última Memoria y Cuenta conocida para educación, la iniciativa privada registraba 2.233.954 estudiantes, que cayó en 2016 a 2.158.601 jóvenes; lo que representó una pérdida de 75 mil estudiantes.
Pero esta cifra cayó duramente en el año escolar 2017-2018 cuando se registraron 1.202.573 escolares, es decir que 956 mil niños y jóvenes salieron de la educación privada entre un año y el siguiente.
Menos planteles
No solo disminuyeron los estudiantes, también decreció la cantidad de instituciones privadas. Fausto Romeo, presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Educativas Privadas (Andiep) en Caracas, explica que al comienzo de este año escolar registraban 10% de sus colegios asociados que habían cerrado sus puertas. En enero ya la cifra iba por 15% y terminó en 25%, según las estimaciones de Andiep.
Los datos recopilados por Bravo en el informe Memoria Educativa indican que cuando arrancó el año escolar 2014-2015 había 12 colegios privados menos que el año anterior, incluidos algunos subvencionados que forman parte de la Asociación Venezolana de Educación Católica (Avec).
En la cuenta que lleva Cavep para el año escolar que acaba de terminar ya van por lo menos 20 instituciones que dejaron de funcionar, nada más en Caracas, de los 200 colegios afiliados que Cavep registra en el país.
Los principales afectados son los colegios pequeños, en los cuales la factura que deja la hiperinflación se cobra más caro porque son los que tienen mayores problemas para cubrir los costos de mantenimiento y nómina, ya que en la mayoría de los casos no logran reponerse a la velocidad que registran los aumentos de precios.
El presidente de Cavep explica que la mayoría de los que cerraron fueron planteles que operaban en lugares alquilados y por el impacto de la hiperinflación no pudieron trasladar esos costos a la mensualidad ni al pago de matrículas. «Algunos no pasaron de enero. Arrancaron en septiembre (2017) pero al comienzo del año no pudieron ajustar costos y se les hizo inviable sostenerse hasta finalizar el año y tuvieron que cerrar».
Lo que indica el directivo de Andiep es que cuando culminó el año escolar en julio, los colegios no podían hacer proyecciones mayores a un mes de operatividad. “Para esta fecha, las cuotas de escolaridad (mensualidades) no pueden ser menores a 15 millones de bolívares en promedio. Nada más en nómina se va entre 65% y 70%, solo para cumplir con el tabulador de salarios y aún así los colegios privados ofrecen mejores sueldos y beneficios a sus docentes que los públicos”, señala Romeo.
Agrega que el gasto operativo que debe dedicarse para el mantenimiento es imposible de calcular con un año de anticipación para mantener a la institución en condiciones mínimas. El directivo de Andiep pone de ejemplo los costos de las reparaciones que suelen hacer los colegios durante las vacaciones: “un cuñete de pintura clase C, que no es la mejor calidad, cuesta 800 millones de bolívares pero antes de que termine el mes se duplica. Y con eso no alcanza para pintar toda la infraestructura”.
La disminución de la oferta privada representa un problema extra para los padres, quienes desconfían de la capacidad que puedan tener las escuelas públicas para asumir a sus hijos. «Por la zona donde vivo (Guarenas) están las mismas escuelas públicas de hace 10 o 15 años y están en muy malas condiciones. La gente tiene que buscar cupo desde enero si quiere cambiar a sus niños de escuela y en mi caso son dos, lo que es más difícil aún para no tener que separarlos. Los que queremos que nuestros hijos sigan en escuelas privadas sabemos que tienen que hacer ajustes durante el año porque lo peor que nos puede pasar es que el colegio cierre y esa cantidad de niños queden en el aire. Lo que pasa es que el sueldo no aumenta con la misma velocidad que los gastos», comenta Laura Itriago, mamá de dos niños que van a cursar 2do y 6to grado de educación básica.
En el informe titulado Alerta, se desploma la educación como derecho humano, que analizó datos presentados por diferentes ONG, toman como referencia lo que señala Provea: para el año escolar 2014-2015 el total de planteles en todo el país era de 27.626. Al analizar los datos en el aumento de la construcción de nuevas escuelas entre los años 2004 al 2014 se construyeron 2.412 planteles públicos, lo que representa un promedio de 172 planteles por año.
«Dividido entre el número de entidades que conforman el país son 7 planteles por entidad, y dividido entre los 335 municipios del país se obtiene que el gobierno construyó menos de la mitad de un plantel por municipio durante 11 años», señala el documento
Castro cuenta que en el colegio del que forma parte de la directiva, los padres decidieron a través de asambleas hacer pagos extraordinarios, una especie de bonos, en moneda extranjera para que los maestros no sigan renunciando. En esa institución al terminar el año escolar 8 docentes habían emigrado a otros países. Otra alternativa fue que los mismos padres con conocimientos profesionales en matemática, literatura o inglés asumieron las cátedras que quedaron vacantes por la renuncia de los maestros que se fueron antes de terminar el año escolar.
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