Eso sí que es democracia, por Simón Boccanegra
Nadie negaría que en el PSUV existe una democracia interna que podría ser la envidia de los demás partidos del país. Mientras en estos cualquier decisión consume días, horas y semanas de debate y la modificación de cualquiera que haya sido tomada lleva a debates igualmente intensos y extensos, en el PSUV todo se resuelve expeditivamente. Si en algún caso toman una medida autónomamente, basta que el Gran Líder tome una distinta, sin siquiera discutirla con los interesados sino apenas haciéndola pública, para que la dirección del partido la asuma como propia, sin preocuparse por discutirla, porque, ya se sabe, las «ideas», las «sugerencias», las «proposiciones» de Yo-El-Supremo poseen una carga ontológica de sapiencia y lucidez que haría completamente antidemocrático someterlas a debate y mucho menos cuestionarlas. Igualito era en la Jaula de las Focas, para la cual el mismo principio democrático era absolutamente válido. Por ejemplo, el lunes pasado, la dirección del PSUV, visto que Chacumbele había comentado la inexistencia de un tribunal disciplinario, se apresuró a designarlo. A las compatriotas Erika Farías, María Cristina Iglesias, Blanca Eekhout y Vanessa Davies las acompañaba como presidente del organismo Héctor Navarro. Hasta mamaderas de gallo se permitieron los prohombres del partido sobre esa preeminencia femenina en el Tribunal. Pero hete aquí que el martes, Chacumbele, sin aviso ni protesto, designó «democráticamente» la nueva directiva nacional (que es la misma de antes) y nombró como presidente del tribunal disciplinario a Rodríguez Chacín. Nadie, desde luego, recordó el nombramiento que ellos mismos habían hecho apenas un día antes. El comandante dijo que era Rodríguez Chacín y eso era más que suficiente. Discutirlo habría sido un resabio democrático burgués.