«Espantar» al ghosting laboral, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
Ghosting es un término en inglés utilizado en forma coloquial para describir la práctica de cesar toda comunicación y contacto con una pareja, amigo u otro individuo sin ninguna advertencia. Se traduce como «hacerse el fantasma», entiéndase cuando una persona decide esfumarse de repente, sin avisar.
En el contexto laboral, este fenómeno también existe y es muy real. Se relaciona con los reclutadores, pero también aplica para los candidatos que están optando por un puesto dentro de una organización y literalmente desaparecen, se esfuman de sus compromisos asumidos sin dejar señal alguna y sin motivo aparente.
De manera que el ghosting llega a la empresa cuando una persona que opta a un proceso de selección no se presenta, tampoco avisa que no va a ir, no aporta ninguna explicación ni argumenta ningún motivo. También tiene que ver con aquellos candidatos que, tras pasar satisfactoriamente la prueba, no acuden a su primer día de trabajo y jamás le informan a la empresa el por qué.
Este comportamiento, que suele ser más habitual en los jóvenes, está generando cierta inquietud entre los reclutadores e incertidumbre dentro de las compañías. Y de allí que surjan unas cuantas interrogantes: ¿se da por falta de compromiso, inexperiencia o miedo? ¿Qué deben hacer las empresas y los reclutadores?
Nexian, compañía de Recursos Humanos, ofrece algunas pistas que ayudan a esclarecer tan peculiar «misterio». Los resultados de su barómetro del mes de julio son bastantes reveladores y justifican la preocupación que hay con respecto a la práctica del ghosting laboral.
Estos descubrimientos son: las malas referencias sobre una empresa pueden llevar al abandono del proceso de selección a 35% de los candidatos; las expectativas salariales pesan, pues 26,14% de los candidatos abandonan un proceso de selección al constatar que su salario no sería el esperado y para el 25% la falta de comunicación sobre su evolución es motivo de abandono.
Ahora, hay que tener en cuenta que no se trata del tradicional «abandono de trabajo». En ocasiones se debe a que el candidato que decidió abandonarlo todo no tiene el coraje para asumir su imposibilidad —real o imaginaria— de afrontar las responsabilidades, lo que podría estar relacionado con falta de experiencia laboral.
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También existen situaciones donde el ghosting se da porque los postulantes sienten que el puesto «les queda grande» o van descubriendo aspectos del empleador que no coinciden con lo que quieren para su posición laboral.
El inconveniente radica en que la cantidad de casos que se registran crece con el tiempo, siendo un patrón de conducta más frecuente y repetitivo en los postulantes milenials y centenials, según ha advertido Miguel Alfonso Terlizzi, fundador y presidente de HuCap, firma en especializada en capital humano.
La razón detrás de esto —explica— es que los milenials y centenials, «cambiaron por completo su grado de pertenencia e identificación con las empresas, adaptándose a los nuevos paradigmas y no sabiendo manejar algunas situaciones por temor a la situación, por temor a sus jefes en el caso de los que abandonan sus empleos, por características propias del contexto en el cual crecieron; y toman esta actitud que podría leerse como inaceptable para otras generaciones».
Visto lo anterior, es conveniente que las empresas busquen mecanismos para afrontar el ghosting para evitar pérdida de tiempo, esfuerzo y recursos y lograr captar al personal más idóneo. Por eso, es importante indagar en profundidad si el candidato está en condiciones de comprometerse con el empleo. Esta pregunta es fundamental, ya que implica hablar de compromiso, responsabilidad y flexibilidad.
Además, las ofertas de empleo deben ser claras y explícitas: si es ambigua, promete demasiado y luego no cumple la expectativa, o evita especificar concretamente la retribución y los beneficios del puesto, es factible que en profesionales primerizos pueda aparecer la tendencia al ghosting.
Así que, ante realidad, las compañías deben potenciar la comunicación y, sobre todo, evitar la creación de expectativas que no se van a cumplir. Es una forma de «espantar» a los fantasmas.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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