Especulador eres tú, por Teodoro Petkoff
Chacumbele sabe que su devaluación tendrá un efecto devastador sobre los hogares venezolanos. Sabe bien, como todos nosotros, que todo será mucho más caro y que los sueldos y salarios han sufrido un recorte brusco con la devaluación. Entonces, se busca un chivo expiatorio, un pagapeos, a quien trasladarle sus culpas. Por supuesto, el chivo expiatorio por excelencia es la inefable «especulación». El domingo, con su proverbial estilo de perdonavidas, Chacumbele amenazó con expropiar a los «especuladores» y seguramente el profesor Samán ya está listo para cerrar unos cuantos negocios, colocándoles el «Inri» de «especuladores», tratando así de atemorizar al resto.
Antes de seguir, aclaremos algo. No es que el fenómeno de la especulación no exista. Claro que hay pescadores en río revuelto, que aprovechan el desmadre de los precios para subirlos aún más. Pero la especulación es hija de la inflación y no madre de ella. Es al revés de lo que piensa Chacumbele. La especulación flota sobre las aguas de la inflación. La única manera efectiva de acabar con la especulación es abatiendo la inflación. Se le quita a la especulación el oxígeno de la inflación y se asfixia.
Pero el punto es que la política de Chacumbele lo que hace es producir inflación. Desde el 2005 la inflación, medida sólo con el Índice de Precios de Caracas, no ha hecho sino subir (17% en 2006; 22,5% en 2007; 31,9% en 2008 y 26,9% en 2009) y ahora, a los factores que durante todos estos años han provocado alzas veloces en los precios, se suma la poderosa palanca inflacionaria de la devaluación. Por ejemplo, los precios de Mercal tendrán que ser ajustados porque los alimentos que importa el gobierno para surtir esa red de mercados populares serán pagados con un dólar a 2,60 y no a 2,15.
Un dólar 20% más caro, de modo que o el gobierno asume la diferencia e incrementa el ya enorme subsidio que otorga a los alimentos de Mercal o tiene que ajustar los precios. En este caso, ¿Chacumbele acusará de «especulación» a Mercal? Pero ocurre que los hombres de negocios comunes y corrientes no tienen un pozo de petróleo que les permita subsidiar los productos que venden, y puesto que todos los costos de producción (materias primas, etc.) y de transporte (vehículos, repuestos, cauchos) y transacción suben porque son pagados con un dólar a 4,30, y hasta los pagados a 2,60, los comerciantes no tienen más remedio que subir también sus precios. ¿Que algunos se aprovechan para subirlos más de la cuenta? Puede ser. Pero eso es más bien marginal. Si el profesor Samán, siempre obediente a la voz del amo, se pone a cerrar cuanto negocio suba los precios, lo que sobrevendrá será escasez, porque nadie puede trabajar a pérdida. Chacumbele con sus bravuconadas enrarece aún más el clima económico e introduce mayor incertidumbre en los agentes económicos, con lo cual pone todavía peor lo que ya está suficientemente mal. Tenemos crisis de inseguridad pública, crisis en la salud pública y crisis en la electricidad. Pero eso no era suficiente para el Plan de Destrucción Nacional, así que Chacumbele le agregó mayor carestía de la vida.