Está en la luna, por Teodoro Petkoff

Decir que la economía anda bien, a pesar de la caída en el Producto Interno Bruto y de la alta inflación, equivale a diagnosticar que una persona goza de buena salud, a pesar de que tiene un cáncer en el hígado. Por increíble que pueda parecer, tal es el juicio que le merece a Chacumbele el estado actual de la economía venezolana. Ni un átomo de sentido autocrítico, o siquiera un mínimo sentido de realidad, para admitir que la cosa va mal. Este hombre está en la luna.
De un jefe de Estado se espera que, por regla de juego, trate siempre de mostrarse optimista, pero, por lo general ese optimismo forzado se manifiesta conjugando los verbos en futuro. Lo que resulta insólito es negar un presente que todo el mundo aprecia como negativo y aferrarse a toda clase de artificios retóricos para fabricar una ficción contraria a todas las evidencias. Pero no sería Hugo Chávez el fabulador que es, de no comportarse de esta manera.
Todos los países de la región están creciendo económicamente, menos el nuestro. ¿Tiene Chacumbele alguna explicación para esa anomalía? Todos los países de la región tienen una inflación mucho menor de dos dígitos, excepto el nuestro, que en el año acumula 18% y 30% entre julio de 2009 y julio de 2010.
¿Tiene Chacumbele alguna explicación para esta excéntrica conducta de nuestra economía? Tenemos, juntos, lo peor de los dos mundos. Caída del PIB e inflación, simultáneamente. El país, y sobre todo su parte más vulnerable, los pobres, están recibiendo verdaderos mandarriazos económicos, que se traducen en empobrecimiento y, sin embargo, el presidente afirma, con esas bolas, que «No hay crisis económica, porque esta es una economía sólida». ¿Sólida? ¡Si más bien parece un majarete! Lo más grave es que la «inexistente» crisis económica está afectando severamente los indicadores sociales. La pobreza extrema ha rebotado, así como la pobreza en general.
El desempleo y el subempleo agobian a millones de venezolanos. No podía ser de otra manera. Voces prudentes se cansaron de advertir que programas sociales que no forman parte de una política global, con acento en el crecimiento económico productivo, no causan efectos sostenibles ni perdurables en el tiempo. Dicho y hecho. Disipados los vapores alucinógenos de una bonanza económica, soportada exclusivamente sobre precios petroleros siderales, asoma ahora la fea trompa de la acentuación de la pobreza. Durante once años no se hizo ningún esfuerzo por darle a la economía venezolana un sustento productivo alternativo y complementario al petrolero. Más bien, por el contrario, se ha hecho de todo para destruir la base económica no petrolera existente, incluyendo la estatal misma y hoy la economía ni siquiera está en condiciones de reaccionar ante la inyección de petrodólares, tal es su carencia de fuelle. Chacumbele afirmó que «ya tocamos fondo y estamos saliendo a flote». Se equivoca; todavía hay más espacio hacia abajo. Por inverosímil que parezca, este «socialismo» está produciendo hasta escasez de dólares. Que será peor el año próximo. Pobrecito Chacumbele, él mismito se está matando.