¡Estamos salvados!, por Teodoro Petkoff

El Gran Charlatán hizo una incursión a lo Francis Drake por los asuntos financieros, para asegurar que nuestro país está blindado contra la crisis bancaria mundial. Las razones de tal aseveración serían las de la existencia de «un sistema financiero propio», respaldado por la asociación con «países aliados» como Irán, Rusia, Bielorrusia y China y contando con la asesoría de Fidel Castro. Si es por los consejos del «coma andante» -como lo llaman ahora los cubanos, con su inmarchitable sentido del humor–, estamos hechos. La economía cubana, como todo el mundo sabe, es una de las más prósperas del mundo. Casi medio siglo de bloqueo americano y todos los huracanes del Caribe se han estrellado contra la sapiencia económica de Fidel. Los balseros son, en realidad, embajadores de buena voluntad que el gobierno cubano envía, sobre todo a los Estados Unidos, para que terminen por copiar el modelo cubano, garantía de una economía sana. ¡Qué no hubiera hecho Fidel si hubiera dispuesto de los ingresos petroleros de Venezuela! El Gran Charlatán debe enviarle al «coma andante» los balances del Banco Industrial de Venezuela, del Bandes, del Banco del Pueblo, del Banco de la Mujer, de Banfoandes, para que vea cómo a los bancos del Estado venezolano no hay Wall Street que los quiebre porque ya su gobierno tomó la precaución de quebrarlos previamente. El Gran Charlatán se burlaba: «Todo el mundo pensaba que allá tenían bancos muy sólidos y miren cómo se hundieron».
La lección está implícita: «Aprendan de nosotros, que los hundimos desde antes, para que la crisis no los agarre, y los mantenemos a flote a punta de dólares petroleros, para disfrute de los revolucionarios que hemos puesto donde hay. ¡Eso sí es un plan de rescate y no ese que inventó Bush!» Se permitió otro chistecito el Gran Charlatán.
Al anunciar la creación de bancos binacionales con Irán, Rusia y China (que seguramente brillarán con la misma luz del Banco del Sur, que como todo el mundo sabe, funciona como una pepa), dijo que podrían ser denominados «Casa de Valores ChávezAhmadineyad, ChávezMedvedev y Chávez-Hu Jintao». Desde luego, sólo su conocida modestia y humildad lo impiden, incluso si los «socios» lo propusieran. Aunque el Gran Charlatán maneja las empresas del Estado con una discrecionalidad superior a la de cualquier empresario privado sobre la suya, ninguna lleva su nombre. Aquí no se permite culto a la personalidad. Pdvsa está tan privatizada que sirve hasta de caja chica para Lady K, gran matrona de la chulería argentina, pero todavía no ha sido rebautizada con el nombre del ínclito prócer de Sabaneta. Por supuesto, nada de esto bastará para que, si las olas de la crisis llegaran a nuestras playas, el Gran Charlatán se despepite acusando de nuestras calamidades al mesmísimo imperio.