Explorando una solución para Venezuela, por Lidis Méndez
Twitter: @lidismendez369
Ha finalizado el primer trimestre del año 2023 y en Venezuela seguimos enfrentando dificultades económicas, políticas y sociales. La inflación, la escasez de alimentos y medicinas y la corrupción continúan afectando a la población, mientras que la agitación política por temas salariales, preelectorales y de corrupción se intensifica cada día. Ante la persistencia de esta situación, considero importante explorar posibles soluciones conceptuales como la diferenciación social de Niklas Luhmann.
Luhmann explica que las sociedades se vuelven más complejas a medida que aparecen sistemas sociales especializados, como la economía, la política y el derecho, que interactúan entre sí y se adaptan a las necesidades de los demás mediante un proceso conocido como acoplamiento estructural. Con el tiempo, estos sistemas se vuelven autónomos y autorreferenciales, lo que significa que funcionan según su propia lógica interna y no solo en respuesta a presiones externas. Este proceso se conoce como diferenciación funcional.
En el caso de Venezuela, hemos experimentado un giro que ha puesto en evidencia la sobrecarga del sistema político, incapaz de hacer frente a las demandas salariales y de frenar la inflación. Las políticas demagógicas del gobierno y el control de divisas han forzado a la economía a depender en gran medida del sistema político. Como resultado, la economía no funciona de manera eficiente y eficaz, lo que ha provocado una inflación galopante, escasez de bienes esenciales y un declive de la industria petrolera del país, que sigue siendo la columna vertebral de nuestra macroeconomía.
Cuando los precios del petróleo cayeron en 2014, el gobierno se encontró con un importante déficit presupuestario y fue incapaz de mantener en forma sostenible los subsidios y programas sociales que se habían implementado bajo el mandato de Chávez. La crisis económica resultante ha provocado hiperinflación, escasez de alimentos y bienes básicos, y un éxodo masivo de venezolanos a otros países.
Una posible vía de solución a la crisis en Venezuela, requiere restablecer la diferenciación funcional en las esferas política y económica. Esto significa separar el gobierno de la economía y permitir que el mercado funcione de forma independiente, garantizando al mismo tiempo la existencia de mecanismos para proteger a las poblaciones vulnerables y evitar la concentración de riqueza y poder en manos de unos pocos individuos o grupos, como sucede en el presente.
En la práctica, esto requeriría importantes reformas políticas y económicas, incluidas la creación de organismos reguladores independientes para supervisar la economía, el establecimiento de normas de mercado transparentes y justas, y la puesta en marcha de redes sostenibles de seguridad social para proteger a las poblaciones vulnerables. También demandaría un compromiso con los valores democráticos y el Estado de derecho, que garantice que el gobierno actúa de acuerdo con los principios de rendición de cuentas, transparencia y participación.
Si se siguen ignorando las soluciones estructurales y se priorizan únicamente las soluciones electorales, las consecuencias para la sociedad venezolana seguirán siendo nefastas independientemente de quien esté en el poder: el bienestar social de la gran mayoría de los venezolanos seguirá siendo afectado por un declive económico sostenido, la inestabilidad política continuará siendo la norma, generándose más malestar social, desigualdad, corrupción y violencia potencial.
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Para recuperar el país es necesario que la sociedad en su conjunto participe activamente en el debate y discusión de posibles soluciones.
Es fundamental que se fomente una cultura de diálogo y entendimiento, donde todas las voces sean escuchadas y se llegue a acuerdos que realmente beneficien al conjunto de la población.
En definitiva, para superar la crisis en Venezuela es necesario un enfoque estructural que permita la separación de los sistemas político y económico. Esto implica una reforma profunda de las instituciones políticas y económicas, así como un compromiso con los valores democráticos y el Estado de derecho. Pero para lograr esto, es necesario que la sociedad participe activamente en el proceso y se fomente una cultura de diálogo y entendimiento. Solo así podremos avanzar hacia una Venezuela más próspera, justa y democrática.
Lidis Méndez es politóloga. Secretaria de Organización en Unidad Visión Venezuela.
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