Exterminio en Anzoátegui, por Simón Boccanegra
Apareció un “grupo exterminio” en Anzoátegui. Su currículum es pavoroso: más de 300 ejecuciones desde el año 2000 a esta parte, 67 de las cuales en los cinco meses que van del 2003. El modus operandi ya es rutina: los candidatos al tiro de gracia son detenidos por lo general en sus hogares y luego aparecen acribillados a balazos. Rutinariamente también, un escueto boletín policial da cuenta de que el occiso fue abatido por hacer “resistencia armada” a los cuerpos policiales.
Esta es la parte oculta del icebergnacional. El lado oscuro de la luna. Una siniestra política antidelictiva cuya viga maestra es la pena de muerte, aplicada brutal e inconstitucionalmente contra delincuentes verdaderos o presuntos –útil también para ajustes de cuentas personales–, contando para la impunidad no sólo con la complicidad de las propias autoridades sino con la indiferencia, cuando no la complacencia, de una sociedad bienpensante que ve en este expediente bestial una solución al agobio y los miedos que causa el hampa. El fracaso de la política de prevención y represión del delito merece un monumento, el del Exterminador Desconocido, símbolo de un gobierno al cual, menos que a ninguno, dada su retórica, se le puede perdonar tanta ceguera, inhumanidad e ineficiencia.