Fabricio Ojeda, por Simón Boccanegra

Este minicronista quiere desgranar un recuerdo para Fabricio Ojeda, ahora que el 23 de Enero no pasó por debajo de la mesa. Lo hago, de nuevo, pensando en la brecha generacional. Fabricio era periodista. Además, cubría Miraflores, de modo que le tocaba verse casi cada día con el gordito Pérez Jiménez. Pero, como tanta otra gente, Fabricio tenía dos vidas. La segunda vida, la que después se conoció, era la de presidente de la Junta Patriótica clandestina, organización en la cual se juntaron los cuatro partidos históricos que dirigieron la insurrección popular del 21 y 22 de Enero. Fabricio representaba a URD. Pocos años después, Fabricio se fue a la guerra. Abandonó la vida pública y el Congreso y se subió a las montañas de su natal Trujillo. Cayó preso, se fugó, volvió a la montaña, volvió a caer preso y lo asesinaron en un calabozo del SIFA, que era como se llamaba la DIM entonces. Dijeron que se había suicidado, cosa que nadie podía creer porque Fabricio era uno de esos seres a quienes la alegría de vivir y el optimismo le salían por todos los poros. Vaya este modesto recuerdo para quien durante todo un año, el 58, fue símbolo de una gran victoria popular.