FANfarrón, por Teodoro Petkoff
Una joven estudiante de la Unefa, emparentada con un trabajador de este diario, contó que hace unos días, cuando fue informada de que debía participar en el acto de «juramentación» de la Milicia, recibió un arma «que en mi vida he disparado» y que no supo identificar. ¿Kalashnikov? ¿Fal de los viejos? ¿Uzi? «Yo qué se».
Ella asistió, desde luego y dijo «Presente» cuando pasaron la lista. «No quise correr el riesgo de que me boten». Anécdotas como esta las hay por docenas e ilustran como es que en verdad funciona la inefable Milicia Nacional Bolivariana.
Pero el formato del acto, aún a sabiendas de lo fofa que es la tal «Milicia», no dejaba de producir la siniestra impresión de las paradas de la SS nazi. Era, probablemente, el efecto que se buscaba.
Creada inconstitucionalmente, puesto que la proposición fue rechazada en el referéndum de 2007, dio lugar en su momento a los acostumbrados anuncios hiperbólicos del Supremo. Dos millones de venezolanos, gritaba este, habrían de formar parte del susodicho cuerpo. Al sol de hoy, organizados de verdad, según fuentes castrenses, no hay mucho más de dos decenas de miles de «milicianos».
Para el acto del martes, arreados de todo el país como lo testimoniaban las largas filas de autobuses, estudiantes de la Unefa, empleados públicos, trabajadores de empresas del Estado, «campesinos» y todo aquel que quisiera darse una vueltica por Caracas a cambio de un estipendio modesto y del kit «revolucionario», vinieron a hacer bulto en el «Juramento».
Más que para la propaganda y para reforzar el propósito de militarizar a la sociedad, así como para la intimidación, el acto sirvió también de escenario para que Chacumbele repitiera su brutal discurso de siempre, con las consabidas amenazas, asociadas, como es habitual, al disco rayado del inefable «magnicidio». Nada nuevo bajo el sol.
En la FAN se han producido algunos movimientos, casi imperceptibles para los legos, pero interesantes. Actualmente está roto el organigrama planteado en la Ley Orgánica de la FAN reformada, que cambió el esquema de línea única de mando, creando tres, la del Ministerio de la Defensa, la del Comando Estratégico Operacional (CEO) y la de la Milicia, confluyentes, por separado, en el comandante en jefe. La Milicia ya no depende directamente del Supremo sino que ha sido incorporada, como quinto componente, al mando del Ministerio de la Defensa. El general Mata Figueroa, actual ministro, conserva el mando del CEO, con lo cual se ha restablecido el status quo anterior: una sola línea de mando, que, desde el Presidente y comandante en jefe, pasa por el Ministerio de la Defensa. ¿Es provisional o permanente la unificación del MD y el CEO? ¿Será independizada nuevamente la Milicia? ¿Son indicaciones de los cubanos, quienes así como han logrado establecer la organización territorial de la FAN por «Regiones», según el modelo de la isla, habrían insistido, también, en la unicidad del mando? ¿O estas modificaciones sutiles son, más bien parte del forcejeo entre Chacumbele y un cierto institucionalismo militar, que aunque chavista en sus cuadros fundamentales, procura, sin embargo, restablecer los fueros de la organización castrense tradicional? En todo caso, sin subestimar el aquelarre del martes, hay que tener en cuenta este contexto.